Les sanaría mucho la mente a los Panameños quien les enseñaría que el flujo de tráfico seguiría exactamente igual como ahora sin la demencia de los bocinazos, y que la estridencia de los pitazos no altera en lo más mínimo el curso de los acontecimientos del tráfico, sino que altera, y de manera muy real, los nervios de los oídos y los nervios en general, del público.
No hay diferencia entre el perro que cree que el cartero se va por sus ladridos, y el conductor que cree que el tráfico fue influenciado por sus metrallas sonoras.
→ No pocos modernos edificios altos de Ciudad Panamá están totalmente envueltos en una red de aletas, ya sea horizontales a todo lo largo del edificio o verticales a todo lo alto del edificio, como deflectores de los rayos solares; una idea muy interesante, que debe de ser muy práctica.
→ Finalmente, las horas de luz solar varían sólo de manera prácticamente imperceptible, con poquísimos minutos de diferencia en todos los días que llevamos aquí - ya hace más de cinco semanas que el Sol aparece alrededor de las 6 y desaparece alrededor de las 18.
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\CP/ Hoy, 6 de abril.
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Todas nuestras tremendas y agobiadoras búsquedas, cogitaciones, acumulación y comparación de datos, ante la imposibilidad de cruzar el Tapón del Darién con nuestro vehículo, todo ello se cristalizó de una manera casi serena en la situación - ni siquiera se puede decir en nuestra decisión - de que vamos a "dejarnos" cruzar el Tapón, de Panamá a Colombia, por la selva, a pie, en piragua, con guías indígenas, mandando al mismo tiempo nuestro vehículo por mar, de tal manera que se combinarán, la llegada del vehículo a Cartagena, el lunes de Pascuas, y nuestra llegada, un par de días antes, para recibirlo.
Hoy mismo, ya hemos comprado el transporte del vehículo a Cartagena, en contenedor sellado; y, por intermedio del político-hijo-de-cacique, hemos apalabrado una piragua y dos hombres para el miércoles a la mañana, en Yaviza.
Mientras el vehículo estará navegando, nuestros dos paraborígenes con piragua nos llevarán, con todas las paradas que quisiéremos, aguas arriba, hasta el pueblo, o villorrio, o lo que será, de Paya. Supuestamente, este tramo del cruce de la selva de Panamá a Colombia tendría que llevarnos dos o tres días; luego, habrá la lotería de encontrar otros guías para llegar, caminando, hasta el sistema fluvial colombiano; y luego, habrá la incógnita de encontrar otros guías para deslizarnos por algún riacho, aguas abajo, hasta el río Atrato, el golfo del Darién, o Urabá como también se lo llama, y finalmente, Puerto Turbo.