En aquella primera reunión con él, él había hablado de llevar pulpería, por quintales, para alimentar no solamente a nosotros sino también a los guías paraborígenes, y por la duda, posiblemente, a las familias de los guías si éstos se decidieren a llevarlas, tal como es muy posible que lo hagan según las costumbres - todo lo que nos había parecido demasiado vulnerable por su potencial de arbitrariedad por parte de los guías.
Pero hoy se aclaró que no es ésta la única manera posible; también se puede llevar comida solamente para nosotros y darles a los guías dinero para su comida en vez de la comida; lo que, por una parte, puede salir más oneroso porque la comida en el Darién es más cara que en Ciudad Panamá pero, por otra parte, nos da mucho más flexibilidad de decisión, más posibilidad de decir "no", que con la hipoteca ambulante de bolsas de difícil manejo.
Se habló en más detalle de qué comida, y cuánta por persona y por día; de qué indumentaria, qué zapatos; de hamacas y mosquiteros; y parece que, muy posiblemente, él vendrá con nosotros porque le gusta la selva; a nosotros nos convendría que viniese.
Si todo realmente se asienta, tendríamos que salir hacia el Tapón del Darién dentro de diez días; estos diez días incluyen dos fines de semana, lo que no deja demasiados días hábiles para tener todo preparado, sin olvidar nada, y con margen de tiempo.
Pero - la duda se va infiltrando ¿tenemos que dejarnos llevar por las cosas que se van asentando? - ¿cómo es viajar 10 ó 12 días por la selva? Está bien que estamos tomando todas las precauciones que se nos ocurren pero muy bien podría haber cosas y situaciones que ni se nos ocurren. Todavía veremos. El mayor problema que queda es la seguridad del lado colombiano de la frontera. Todavía veremos.
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\CP/ Pasó un par de días.
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Un par de días más o menos, porque estamos en un tal remolino de actividad que no nos damos cuenta exactamente del tiempo transcurrido. De todos modos, aquí van unas anotaciones.
→ Contra toda esperanza, repetimos la tentativa de llamar la capitanía de Turbo. Los 15 ó 20 minutos de tráfico hasta la oficina de larga distancia sirvieron solamente para que nos enterásemos de que la oficina no prestaba ningún servicio - y no por razones técnicas sino porque se había cometido un robo durante la noche, y estaban investigando. Con toda solicitud, se nos informó que hay otra oficina para llamadas internacionales en la localidad adyacente de Balboa, otros 20 minutos de tráfico. Pero de nada sirvió hacer el viaje; de nada sirvió sufrir cuatro horas más de altibajos telefónicos: no conseguimos comunicación con Turbo.