* Como ya se volvió casi habitual, se nos acercó uno de los jóvenes metidos en un uniforme que pasean por las calles como medida de orden público, y se entabló la consabida conversación; salvo que éste, cuando se enteró de los pormenores de nuestra Expedición Panamericana, preguntó si ya habíamos llegado a Africa.
* Ah, sí; tuvimos una entrevista con otro diario.
Está por anochecer; nos hace acordar de que, anoche, la Luna llegó a llena en un magnífico despliegue de cráteres y estrías en toda su superficie, con unos detalles y una claridad pocas veces vistos.
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\CP/ Quién sabe cuántos días pasaron desde la última anotación.
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Lo único que sabemos es, que ya hace varios días que tuvimos que ir a prorrogar nuestra visa, que hoy es el 25 de marzo, que todavía no tenemos la menor idea de cuándo ni cómo nos vamos a ir de Panamá a Colombia, y que nuestras cabezas se sienten como molinos que redujeron toneladas de rocas en busca de un grano de diamante, sin encontrarlo - y con más faena e incertidumbre por delante.
Pensábamos dejar las varias anotaciones incidentales de nuestra estadía en Ciudad Panamá para cuando hubiésemos encontrado la manera de seguir viaje, pero pasaron tantos días que habría que poner las cosas un poco al día ya.
Sin mucho orden cronológico.
> La ciudad de Panamá, a más de ser perfectamente subdesarrollada y despreciable en la nomenclatura, o falta de nomenclatura, o nomenclatura desorientante, de sus calles, es una zona altamente desarrollada en las trampas de tránsito. Creemos haber mencionado ya las innumerables calles de una sola mano en las cuales la contramano no está indicada; en esta trampa caímos varias veces, sin mayores consecuencias. Pero hay otras trampas; y caímos en dos de ellas.
> Hay una cierta glorieta, o sea un círculo de tránsito, en la cual desembocan cuatro avenidas; ah, pero el que no sabe, no sabe; no sabe que esta glorieta - sin lugar a duda bien circular - no es una glorieta bien circular, o por lo menos no se considera como círculo de tráfico, sino como cruce en ángulo recto puro y simple; vale decir que, sin ninguna indicación en tal sentido, la regla según la cual el conductor que ya está en el círculo tiene el derecho de paso no vale y que, al contrario, las varias corrientes que desembocan en la glorieta tienen sus respectivas prioridades de paso como en un cruce a ángulo recto.