* Y bien curioso es el uso que le dan sus habitantes a la bocina de los vehículos; parece que cada vez que tocan un pedal, ya sea del acelerador o de los frenos, obligadamente tocan dos o tres veces su bocina, preferentemente una bocina estridente que tendría que estar prohibida por ley.
* Por radio, nos enteramos de otra maravilla que, aunque política, no se puede dejar callada: hay aquí, en Panamá, nada menos que 14 partidos políticos, todos aprobados y registrados, sin contar dos partidos más, los que, de no haber surgido enredos burocráticos, también se podrían haber registrado; eso sí parece dar variedad de elección a los ciudadanos, en contraste con la elección entre dos partidos solamente.
* Fuimos, otra vez, al consulado de Colombia; para averiguar el régimen de entrada y salida de divisas. Nos enteramos de que no hay restricciones; y también recibimos la información oficial en cuanto al mercado negro del dólar en Colombia.
También nos enteramos, no para nuestra tranquilidad, de que tener todos los documentos del coche en orden no es una garantía de fácil cruce de la aduana porque - en las palabras del distinguido funcionario - "si le toca algún negro que ni siquiera sabe leer, puede volverse bastante difícil".
* Hoy mismo, probablemente porque es un sábado, tropezamos con un grano de interés en el desierto radiofónico - un programa para ciegos, y manejado por ciegos; muy interesante, enterarse de la vida, de la actividad y de los logros de muchos ciegos.
* Hoy también, ocurrió lo inaudito: escuchamos música clásica; naturalmente, rebajada para todo público - algo que parecía ser música de película más que otra cosa y que resultó ser un ballet de Poulenc; quedó aclarada la anomalía de semejante lujo y atrevimiento culturales cuando nos enteramos de que habíamos sintonizado la estación vespucciana de Panamá.
* Lo que nos hace acordar de que el domingo pasado, creemos que fue - parece que los fines de semana son más fértiles que los días hábiles - encontramos otro programa de interés, un programa para niños en el cual los niños participaban por teléfono, niños de cuatro a seis años, recitando versos, o cantando, o luciendo la tabla de multiplicación.
* Si bien, en el renglón de la música inteligente, hay aquí una situación de musicoporosis aguda - y si seguimos aquí demasiado tiempo, nuestras células musicales se van a atrofiar - hay que reconocer que estamos adquiriendo admiración para las cancioncillas de amor a todas las salsas: hay que ser un genio para inventar otra canción más que no repita literalmente una de los miles de canciones que ya fueron urdidas sobre el tema.
* Una noticia de poco sosiego para nosotros: fue declarado el estado de emergencia en Ecuador.