contactos y relaciones con comunidades (familias) vecinas - sus tradicionales características van siendo diluidas, si no borradas.
Los Chocoes están, así, bajo presión de los no-indígenas, naturalmente; pero también se cuidan de los Cunas, sus enemigos de antaño.
También vimos que, entre ellos, viven algunas personas negras.
Todo ello, muy interesante, pero no nos ayuda con la cuestión del paso a Colombia a pesar del Tapón.
Y otra vez, aquí también, escuchamos fuertes advertencias en cuanto a los famosos maleantes colombianos con su fiebre del dólar.
Hay que seguir investigando.
Próxima meta, Yaviza.
Desde Cañazas, felizmente, la ruta se ha puesto mucho mejor, con una grava mucho más fina: parece que hasta Cañazas la hizo una empresa, y después de Cañazas la hizo otra; es de asombrarse por qué, si es posible hacer un camino de grava tan bueno como éste, hay gente que lo hace tan malo como aquél.
Recién vimos caminar a lo largo de la ruta un paraborigen desnudo de pies a cabeza con tan sólo una pequeña cobertura simbólica por delante; quizás como compensación, o complemento, para las paraborígenes desnudas de la cintura para arriba de Puerto Lara.
Ah, pero nos topamos con otra sorpresa.
Nuestra salida tempranito esta mañana no nos sirvió para nada, por los pobladores sin agua; y el atraso de varias horas por el asunto de los pobladores sin agua no nos perjudicó en absoluto: porque llegamos al pueblo de Canglón, mejor dicho villorrio de Canglón - el último antes de Yaviza - solamente para enterarnos de que el tramo después de Canglón, hacia Yaviza, está cerrado, de que hace una semana que está cerrado al tránsito por las fuertes lluvias recientes; pero con la buena nueva, al mismo tiempo, de que se reabrirá justamente mañana por la mañana. Así, donde mandan las circunstancias no mandan los viajeros.
Quisimos comprar un poco de fruta, cualquier fruta, pero, increíblemente, no hay fruta salvo unas tajadas sueltas de sandía; empero, nosotros no queremos comprar fruta cortada, naturalmente. Nada, pues.
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