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En Portobelo, hay otro caso de superimposición de civilizaciones. Entre, y encima de, varias ruinas de gruesas paredes de mampostería, se anidan las casuchas de madera de la población de hoy; seguramente que los arqueólogos del futuro, algún día, excavarán el sitio y descubrirán varias capas de civilizaciones, con, por lo menos, una capa de una civilización fuerte, adelantada; seguida, en el mismo sitio, por una civilización retrógrada y endeble.

Lo más realista de toda la visita quizás fue la exploración de unas bóvedas en las entrañas de los muy espesos muros del fuerte: a la vista, no había nada sino puros muros desnudos, pero la reverberación de nuestros pasos en las bóvedas seguramente sonaba de la mismita manera que debía de sonar cuando los soldados españoles caminaban en estas mismas bóvedas.

Llegamos a nuestra segunda meta intermedia, el pueblo de Buenos Aires, el que no pudimos encontrar a nuestra ida de Panamá a Colón, y que ahora encontramos solamente porque fuimos preguntando y preguntando y preguntando; ningún cartel a la vista jamás. Resulta ser un villorrio en una lomita, sin el más mínimo atractivo.

Para llegar a este Buenos Aires, pasamos por la represa y el dique Madden, importante anexo del Canal - pero del Canal, increíblemente, todavía no tuvimos el tiempo de ocuparnos.

Hablando de Buenos Aires, en Ciudad Panamá, hay una calle Buenos Aires, una avenida La Argentina y hasta una calle E. de Perón.

\CP/  Llegamos de vuelta a Ciudad Panamá con margen de tiempo.
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Ahora son las 22:30. Cada minuto del tiempo hasta ahora, estuvimos más que ocupados, y con más que nuestra ración de problemas; el menos grave siendo que nos revelaron solamente tres rollos en el tiempo en el cual nosotros pensábamos que nos revelarían quizás diez o doce; y siendo el más grave que nos arruinaron totalmente veinte negativos, de los cuales, la mitad era importante - los murales de Orozco y la banda azteca en Guadalajara. No sirve de nada llorar o enojarse.

Como circunstancia atenuante, cabe aclarar que el percance no fue causado por una burda culpa directa sino por una insuficientemente oportuna reacción a un corte de electricidad cuando hubo que terminar el recorrido del negativo por el revelador con manubrio manual.

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Hoy fue un día de trabajo intenso, y de corrección milagrosa del percance fotográfico de ayer; todo, en torno a nuestras fotografías.