Finalmente, los Bahá'ís no pretenden ser la palabra final en la búsqueda de Dios por la humanidad; dicen que todas las religiones enunciadas anteriormente - y que ellos aceptan como parte de su religión - fueron el progresivo refinamiento de la noción de religión por parte de la humanidad, como un alumno que pasa de grado a grado a medida que sus conocimientos aumentan; y dicen que la misma religión bahá'í, algún día, será seguida y superada por otra religión mejor todavía, cuando la humanidad esté lista para comprender enseñanzas más refinadas; aunque, como pasa con los alumnos de una escuela, siempre habrá miembros de la humanidad quienes ascenderán a enseñanzas superiores y otros que se quedarán atrás.
Así es que, idealmente, todos los Judíos tendrían que haberse vuelto Cristianos, que todos los Cristianos tendrían que haberse vuelto Musulmanes, y ahora que todos los Musulmanes tendrían que volverse Bahá'ís; y, naturalmente, que todos los Cristianos, Judíos, y otros, de hoy, tendrían que recuperar el tiempo perdido y volverse Bahá'ís.
Hacia otro Buenos Aires.
Estamos en la ciudad de Colón, o mejor dicho en las ciudades hermanas de Cristóbal y de Colón, en la extremidad atlántica del Canal, sin haber visto al susodicho Buenos Aires; por la simple razón de que, en todo el largo de esta carretera transístmica de Panamá a Cristóbal y Colón, vimos un solo cartel vial, en uno solo de los varios lugares, pueblos, cruces y empalmes, y cuando nos dimos cuenta de que ya no podía ser, de que habíamos pasado por Buenos Aires sin saberlo, ya era demasiado tarde.
Nos paramos en una estación de policía caminera un poco antes de Colón para expresarles nuestras lamentaciones y averiguar cómo podríamos encontrar dicho Buenos Aires a nuestro regreso hacia Panamá; cuando empezaron a explicarnos, con la mejor buena voluntad, que "después del cuarto restaurante después de la tercera loma y dos puentes más veríamos un tercer puente debajo del cual pasaría una ruta transversal ...", no les escondimos nuestra escéptica confusión y dijimos que la única manera racional que nos queda es de ir preguntando cada pocos kilómetros - y es así que lo vamos a hacer.
Hablando de direcciones - no se sabe si trágicas o cómicas, lo siguiente es seguramente una joya:
- En el último semáforo, vire a la derecha.
- Y ¿cómo voy a saber cuál es el último semáforo? (con un significativo ademán
de la mano).
Pero el hombre tenía respuesta a todo:
- Bueno, cuando verá que no hay más semáforos, volverá al anterior.
Naturalmente. ¿Cómo es que no se nos ocurrió a nosotros?