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Estamos, pues, nuevamente en San José. Lamentablemente, no sin novedades. Llovió todo el camino hasta prácticamente la entrada a San José - y nosotros, con el tajo en el toldo. En San José mismo no llueve, y, según nos informamos, no llovió hoy, ni anoche; lo que solamente confirma que el lado atlántico del país recibe más precipitaciones todo el año, aun cuando es la época de sequía en las demás partes.

Por otra parte, el problema de los frenos se volvió un dolor de cabeza imperativo porque nos quedamos sin frenos, o mejor dicho, sin zapatas de frenos delanteros. Las zapatas nuevas que pusieron, el otro día, ya están gastadas - toda la segunda mitad del viaje de Limón a San José, tuvimos que aguantarnos el chillido permanente de las zapatas gastadas contra los discos; con chillido y todo, nos fuimos directamente al taller, el jefe de taller se agarró la cabeza; tenemos cita para mañana a las 8 a ver qué pasa.

En un renglón más agradable, entre Puerto Vargas y Puerto Limón, vimos nuestra primera manada de pájaros con picos escandalosos; nos preguntamos qué función sirven semejantes picos que ocupan un tercio del largo total del pájaro, y nos preguntamos qué ajustes tuvo que recibir la aerodinámica de estos pájaros para compensar el peso muerto allí en la parte delantera de esta máquina voladora.

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Entre el taller y otras cosas, pasaron dos días. Por fin, nos despegamos de San José. Parece que el problema de los frenos era una manguerita tapada; así que tenemos una manguerita nueva, un juego de zapatas nuevas - si así se solucionó el problema, sólo la práctica dirá; por ahora, es cuestión de fe.

De la altitud de 1.140 metros de San José, la carretera nos lleva cada vez más alto - 2.000 metros, 2.700 metros, raspando las partes bajas de las nubes, a veces perdiéndose en las nubes.

Ahora, llegamos a cerca de 3.200 metros y como, dentro de media hora, anochecerá, nos vamos a quedar aquí para la noche. Hace bastante fresco como para chaqueta de lana; qué cambio con el calor y el ambiente de Puerto Vargas; como para agarrar un resfrío.

Por aquí, no hay volcanes; es lo curioso de Costa Rica, que su columna vertebral serrana, al norte de San José es volcánica, y al sur, es no-volcánica.

Ultima nota para hoy. En los días que pasamos en San José, tuvimos la mala idea de leer un par de páginas de una revista vespucciana, tropezando así inesperadamente con las irritaciones de la falta de lógica y de conceptos del espíritu vespucciano; ya nos habíamos olvidado, pero la enojosa realidad sigue.