español english français česky

La tesis geóloga, ya la conocemos de las piedras esféricas de la sierra Uinta, cerca de Vernal, en Utah, donde las hay de hasta tres metros de diámetro. Es que se trata de acrecencias, capa por capa, de calcio, en concreción alrededor de algún elemento que sirvió de primer núcleo.

La tesis arqueóloga se define a sí misma, admirando, no la perfecta "esfericidad" sino la perfecta "ejecución" de las bolas; preguntándose, no ¿cómo se formaron estas bolas? sino ¿quién, cuándo, cómo, con qué propósito, logró semejante maravilla?

Y cuando se ofrece a los arqueólogos del misterio la teoría geóloga, del calcio, replican: "sí, ¿y cuando las bolas son de lava o de granito?"

Una persona del museo a quien preguntamos qué sabía de las bolas se apresuró a enfatizar, como el dato más vital, que no tienen, como algunos lo afirman, un origen misterioso; pero cuando le preguntamos qué origen tienen, tuvo que admitir finalmente que simplemente no se sabe.



Una tal bola

A las 14, salimos de nuestro apartotel con toda confianza, para ir a hacer compras al supermercado y luego viajar a nuestro nuevo punto de interés, el volcán Poás, a unos sesenta kilómetros de San José, para llegar allí antes del anochecer y ver así dicho volcán dos veces, una vez, al anochecer, y otra vez, al amanecer.

Lo del mercado no presentó problema, pero luego vino la sorpresa: en vez de poder deslizarnos por una carretera que esperábamos que sería buena, ya que el volcán Poás es una gran atracción turística, nos encontramos con un camino malo, angosto, sinuoso, sin indicaciones viales; tuvimos que pedir direcciones repetidas veces, de manera que no habíamos recorrido la mitad de la distancia cuando ya era de noche; nos hubiéramos parado para pernoctar, pero no había dónde pernoctar; toda la zona desde San José está sorprendentemente poblada - por ejemplo, de San José a Heredia es una ciudad sin interrupción - así que tuvimos que seguir viajando en la oscuridad; ya no sabíamos cómo iba a terminar esta combinación de camino malísimo y oscuridad, cuando, por fin, encontramos dos metros cuadrados al borde del camino y aquí estamos hasta mañana.

Ni sabemos muy bien dónde estamos; vamos a ver qué panorama se nos ofrece al amanecer.

. .
*

Esta mañana, el panorama resulta ser de lindas serranías aptas para pastoreo; pero de volcán, nada a la vista.  Vamos a seguir viaje.