Una idea condenada por un solo problema, pero sobrehumano: los indomables recurrentes terremotos.
Un peligro, por colmo, dramatizado, ilustrado - no se sabe si por providencia o por damnación, justo en el momento más inoportuno, u oportuno, no se sabe, durante el gran debate de decisión final sobre la ubicación del futuro canal a construir - por la publicación de una estampilla de correo, y por otro colmo, nicaragüense, destacando la belleza de un volcán ... y, por inferencia, la inestabilidad geológica local.
Managua misma es un ejemplo palpable de la precariedad geológica local: 1931, 1885, son otras fechas de su devastación por terremoto.
Incidentalmente, la desembocadura del río San Juan es otro sitio donde Cristóbal Colón debarcó durante su cuarto y último viaje, después de aquellos sitios en Honduras; en 1502.
Donde estábamos, nos tocó una doble coincidencia. Una coincidencia era que estábamos cerca del pueblo de Rivas, el pueblo de nuestro custodio, donde él tiene casa y mujer e hija. Otra coincidencia era que estaba anocheciendo. Irresistible fue concluir que iríamos a Rivas, que él se iría a dormir a casa, y que nosotros dormiríamos en nuestro vehículo - por su magnánimo permiso, a dónde quisiéramos porque, para entonces, ya se había dado cuenta de que no somos agentes del imperialismo vespucciano sino que nuestros intereses son muy diferentes ... pero nos quedamos tranquilamente en la calle frente a la casa de nuestro agradable custodio.
Tuvimos así tiempo y oportunidad de revisar la parte pertinente de nuestros archivos, tal como lo hacemos de vez en cuando; y tuvimos la sorpresa de dar con, de redescubrir, una frivolidad concoctada por nosotros durante los preparativos de la Expedición.
Frivolidad inspirada por la expresiva variedad de la toponimia que descubríamos en el mapa de Nicaragua que estábamos estudiando; expresiva variedad que nos dio la impresión de simplemente reflejar los aconteceres de los primeros tiempos europeos en el futuro Nicaragua. De manera que se nos antojó, en aquel entonces, urdir una versión de esos acontecimientos imaginados utilizando a lo máximo como palabras claves los topónimos en el mapa.
Así, nos divertimos leyendo, redescubriendo, lo siguiente.
»Después de un crucero que no habrá sido de lujo, el barquito ancló en un golfo, y todos empezaron a escudriñar el cuadro ante sus ojos.
"¡Qué buena vista!" exclamó uno. "¡Qué buenos aires!" exclamó otro. "Mira, montes" agregó un tercero, mientras otro más asentía gravemente con un simple "Terra bona".
Llenos de esperanza y fe en el porvenir, se preguntaban qué bonanza, qué >>>>>>>>