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Ahora bien, resulta que el territorio ancestral de los Misquitos no termina pulcramente en la frontera entre Nicaragua y Honduras sino que se extiende en parte sobre territorio hondureño. Y resulta que Honduras es, como pudimos verlo nosotros mismos, la base militar de avanzada del capitalismo vespucciano contra el marxismo nicaragüense, con crecida presencia militar justamente a lo largo de dicha frontera, en territorio misquito. Y resulta que hubo incidentes trans-fronterizos, incluyendo ataques armados desde Honduras contra Nicaragua.

Todo cuanto se prestó excelentemente a la propaganda por parte de Washington de que los Misquitos eran tiranizados por los marxistas por ser anti-revolucionarios; y también, consecuentemente, a la inversa, se prestó a los temores y acusaciones de Managua de que se trataba de provocaciones vespuccianas, para establecer un estado misquito separatista según el viejo modelo imperialista inglés, y también para derrocar la revolución por una invasión en el medio de la confusión creada.

Por cuanto, los Sandinistas desplazaron muchos Misquitos de la zona fronteriza; acción, que los Sandinistas justificaron por la necesidad de crear una zona controlable, y que otros denunciaron como una simple y obvia maniobra para desorganizar a los paraborígenes y apropiarse sus riquezas naturales.

Mientras se desarrolla este partido de ajedrez entre las dos ideologías, con los Misquitos como sus figuritas, los Misquitos dicen que ni pueden ser amigos de los revolucionarios de Managua mientras éstos no los reconozcan como entidad indígena, ni pueden aliarse a los contra-revolucionarios de hoy, quienes, cuando estaban en el poder antes de la revolución, tanto mal les hicieron; y sólo piden que todo el mundo los deje en paz y ser ellos mismos.

Todo lo dicho no termina en la costa atlántica de Nicaragua.

El premio mayor de este jueguito no es la posesión de esta costa y no es la sobrevivencia de esta revolución; el premio es la convivencia de la posesión paraborigen y del desarrollo revolucionario en muchas zonas americanas.

Siendo éste el primer caso de reclamo de derechos paraborígenes en un contexto revolucionario anti-capitalista en América, seguramente de su resultado dependerán las relaciones entre paraborígenes y revolucionarios en otros países americanos - incluso países donde los indígenas son tal mayoría que, sin ellos, los grupos revolucionarios nada podrían hacer. Y la cosa es, que el futuro de muchos movimientos revolucionarios en América, en sus relaciones con los indígenas locales, depende de cómo los revolucionarios de Managua se arreglarán con sus paraborígenes - y que, si estos revolucionarios se enemistan con los paraborígenes como tales aunque los traten bien como pobres, perjudicarán las relaciones de todos los demás movimientos revolucionarios con todos los demás paraborígenes de América, para el diabólico regocijo de los capitalistas.