parar en un recinto cerrado por todos los lados; inclusive el portón de rejas se cerró detrás de nosotros; sí, hubo que elegir: sacar y bajar todo, todito, del vehículo y dejarlo inspeccionar a satisfacción de los agentes de aduana, o aceptar cruzar Nicaragua con un custodio encima.
En caso de inspección, ¡tanto tiempo! - no; ¡tanto esfuerzo! - no. Pero lo que más nos preocupaba era el riesgo de reacciones imprevisibles por parte de gente intransigente, hasta histérica, en sus propósitos. Decidimos viajar con un custodio.
Ello nos evitó la inspección pero no nos evitó media docena de estaciones - no de oficina en oficina, sino de mesa en mesa.
Desde el primer momento, nuestro custodio resultó ser amable - lo mismo que nuestro primer acompañante, de Migración a Aduana.
Pudimos observar una topografía serrana sin excesos, con una mezcla de linda campiña. Había toda clase de cultivos: cebolla, arroz, tabaco.
Nos sorprendió sobremanera ver grandes campos totalmente envueltos en lonas, tanto de arriba a manera de techo, como todo alrededor a manera de paredes; bastante impresionante; nos explicó nuestro custodio que son plantaciones de tabaco y que el ambiente es demasiado seco, así que hay que envolver las plantaciones de tabaco y crear humedad artificialmente debajo de la lona. Aprendimos de él, también, que, de cada mata de tabaco, se saca varias calidades, hasta seis calidades.
El tabacal
No vimos plantaciones de café, pero las hay - vimos beneficios de café con la gente trabajando para secar los granos.
Nos acercamos a la ciudad de León por una llanura. No más serranías cercanas. Eso sí, a la izquierda, admiramos el estético cono del volcán Momotombo, alto y bien simétrico; parecía más cercano de lo que sabíamos que era: por el mapa, sabíamos que se encuentra cerca del lago de Managua. Y a la derecha, en la lejanía, estaba el volcán Chonco, humeando.
Hasta ese punto, la carretera había resultado buena y con muy poco tráfico, por lo que habíamos podido movernos bastante rápido. Por otra parte, no había inconveniente en moverse rápido porque no había nada que no se pudiera ver a esa velocidad. Y hasta ese punto, no vimos un solo puesto militar, un solo puesto de policía.
¿Dónde estaban todos los retenes militares, dónde estaban todas las bandas de contra-revolucionarios, exigiendo dinero o comida de los viajeros, que la gente nos había pintado tan horrorosamente? Nada de nada. Después de la seguridad militar, o quizás, mejor dicho, de milicia armada, cerca de la frontera, todo había sido un país perfectamente normal, trabajando, con los campos bien labrados, y todo en paz.