La carretera, felizmente, sigue buena, tiene poco tráfico; podemos correr; porque ahora, con el atraso adicional de Copán, verdaderamente cada hora cuenta; las únicas interrupciones que tenemos son las paradas de la policía y del ejército, hasta ahora, solamente una de cada una.
Realmente, la gente de Honduras parece más introvertida que la de Guatemala, parece no ocuparse de lo que pasa alrededor; hay mucho menos gente, aparentemente, que en Guatemala, pero invade la calzada mucho más.
La topografía es de serranías en la lejanía, pero solamente de lomas en la cercanía. Estamos a la escasa altitud de unos cien metros; todo es muy verdeante.
La carretera es un placer.
Al igual que en Guatemala, y en contraste con México, las capillitas a lo largo de la carretera han desaparecido por completo.
Hasta ahora, todo es limpio.
Hasta los pájaros parecen más introvertidos: hace un rato, un buitre casi se nos enganchó en el portaequipaje, y ahora, lamentablemente, un pajarito negro se nos voló directamente en el motor, se quedó duro en el pavimento.
Estamos acercándonos a la zona de San Pedro Sula; hay mucha actividad económica; no es de extrañarse; es parte del oeste del litoral atlántico de Honduras, y esta parte del país consume dos tercios de las importaciones totales del país y exporta la mitad de todas las exportaciones.
Ya en tiempos de pre-invasión era esta zona, en particular a lo largo del río Ulúa, densamente poblada y muy activa, incluyendo entre sus manufacturas un estilo especial de vasos de mármol, exportados a la zona maya.
Hablando de litoral y de invasión, hay una linda confusión, o por lo menos un lindo potencial de confusión, en la costa hondureña y sus islas.
»» Por una parte, fue en 1502, en junio de 1502, que Cristóbal Colón navegó a lo largo de la costa atlántica de Honduras. Era su cuarto, e iba a ser su último, viaje.
Una isla y dos lugares de la costa quedaron así asociados con su paso; la isla que él llamó de los Pinos, hoy llamada Guanaja; un lugar de la costa justo frente a dicha isla, el cabo de Honduras donde Colón debarcó en el sitio Puerto Castilla; y un segundo lugar, mucho más al este, en la propia frontera con Nicaragua, el cabo de Gracias a Dios, así llamado por Cristóbal Colón por haber encontrado abrigo detrás de él durante una tormenta, después de padecer ... "Honduras" de desesperación.