juventud, y que no habíamos visto o escuchado desde que cruzamos a Tijuana.
Bueno, ya está lista la infusión de yerbas.
Hoy, también nos toca tomar nuestra pastilla anti-malarial semanal, por lo que el desayuno va a incluir pan para rellenarnos el estómago antes de tragar las pastillas.
Estamos viajando hacia Honduras.
Estuvimos escuchando recién un programa de la cadena nacional de Guatemala, un acto de iniciación del año escolar. Una de las alocuciones se refirió a Tecum Umán.
Por la manera que lo presentó el orador, los Guatemaltecos se identifican como los descendientes no de los Españoles, ni siquiera de una mezcla de los Españoles y de los paraborígenes, sino de los paraborígenes solamente. El orador destacó muy bien la lucha a muerte de Tecum Umán contra los invasores bajo los dos Alvarados mandados por Cortés desde México, y glorificó a Tecum Umán como el héroe máximo de la nación guatemalteca.
Hablando de radio, se nos cristalizó la manera de describir el 99,9/oo de los noticiosos radiofónicos: tienen el mismo nivel que los diarios de tipo tabloide de la tarde en cualquier parte de la Tierra.
La topografía ya no es como lo era entre la frontera con México y Ciudad Guatemala, sino que se parece más bien a la propia topografía mexicana.
Las indicaciones de velocidad máxima son sorprendentes; cualquier velocidad indicada es simplemente imposible de cumplir. Cuando, por ejemplo, indican una velocidad máxima de 30 kilómetros, 30 kilómetros es una velocidad idiota, 50 kilómetros sería una velocidad super-super cautelosa, y, naturalmente, la gente corre a 70 u 80 kilómetros por hora.
¿Cómo se explica semejante imbecilidad? Naturalmente, no sabemos a ciencia cierta, habría que hablar con los genios que así lo decidieron, pero tenemos nuestra teoría: es, que habrá venido un experto vial vespucciano para determinar las velocidades apropiadas, que las determinó en términos de millas, y que, luego, algún genio guatemalteco tomó las cifras y las aplicó como si fueran en kilómetros; por ejemplo, cuando el cartel dice 30 kilómetros por hora y la velocidad super-super cautelosa sería 50 kilómetros, estos 50 kilómetros equivalen ¿a qué? a 30 millas por hora. Así que alguien habrá establecido 30 millas como velocidad super-super cautelosa, y algún genio habrá puesto 30 kilómetros como velocidad imbécil.
Si esta teoría es cierta, no sabemos, pero nos parece la única explicación posible de este disparate.