Las capitales números dos y tres, las pudiéramos haber visitado en camino hacia ésta, de no haber tenido el apuro de llegar aquí, este viernes, dentro del horario de oficinas para los consulados de Honduras, Nicaragua y Argentina.
Bien hicimos en apurarnos. Los tres consulados cierran, por la consabida universal confabulación consular, todos a las 13, y del último, Karel salió a las 13:10.
En el consulado de Honduras, le aseguraron que, en Honduras, no hay el más mínimo problema salvo en tres zonas fronterizas con Nicaragua; dos de estas zonas, estando lejos de las tres carreteras de conexión entre Honduras y Nicaragua, y la tercera zona, cortando solamente la carretera más septentrional de las tres existentes, por lo que las dos carreteras más meridionales serían transitables sin ningún problema; agregaron que, en Nicaragua, estas mismas dos carreteras también deberían de ser pasables salvo que, naturalmente, habría muchos retenes, o sea puestos de verificación militares; también le comentaron que, no en Honduras, pero sí en Nicaragua, cada puesto militar de verificación pide una contribución o un tributo de guerra, ya sea en forma de dinero o de comida, aclarando que, empero, de ninguna manera se trata de asaltos sino de un impuesto o tributo de guerra y que, si uno le da algo, se queda contento y no pasa nada; que los casos de violencia relatados por los medios informativos tienen sus raíces en la actitud antagonizante, e incluso en los insultos, de ciertos viajeros.
En el consulado nicaragüense, le dieron la misma información en cuanto a las zonas de enfrentamientos y a la pasabilidad de las dos carreteras entre Honduras y Nicaragua; y le aseguraron que, dentro del territorio nicaragüense, se puede viajar lo más bien a lo largo de dichas dos carreteras; naturalmente, no mencionaron nada de tributos de guerra; hicieron el comentario de que siempre hay viajeros que cruzan Nicaragua por tierra y lo hacen sanos y salvos.
En el consulado argentino, dijeron que no sabían nada porque ni ellos ni personas que ellos pudieran conocer habían viajado por tierra en Honduras o Nicaragua.
Así están las cosas.
Naturalmente, hay que tomar con un poco de cautela las informaciones oficiales, pero tal vez no con más cautela que las periodísticas. Nosotros sabemos muy bien cómo las cosas pueden cambiar al pasar por la máquina de escribir de un periodista.
En base a lo recogido, nos parece que podríamos - quizás - ir hasta Tegucigalpa, y ahí empezar a olfatear nuevamente el asunto; quizás acercarnos incluso un poco más a la frontera y tratar de hablar con viajeros procedentes de Nicaragua. Lo cierto es que teníamos nuestras dudas en cuanto a Guatemala, y por ahora, si bien nos tocó pasar por todos los puestos de la milicia y >>>>>>>>