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como pesas, ponen mercadería de la que ya viene empaquetada y de peso conocido, por ejemplo, en un platillo ponen tomates a vender, y en el otro, una bolsa de un kilogramo de azúcar.

Ya saliendo de Huehuetenango, nos encontramos frente a frente con el cementerio. Por el portón abierto, nos pareció que había algo diferente. Entramos, y efectivamente, era muy diferente. Todas las tumbas, en vez de encontrarse bajo tierra, se encuentran encima del suelo, o sea como casas de varios pisos; éste es un cementerio donde no se puede hablar de inhumación, o de entierro; habrá que inventar otra palabra.

Hasta entre los muertos se guarda la división de pobres y de ricos: de un lado, contra una pared del cementerio, vimos amontonados alvéolos a manera de tumbas, tanto pegados lado a lado como amontonados uno encima del otro, en varios pisos, como un conventillo de muertos para los pobres; y en el medio del cementerio, hay mausoleos como residencias particulares con solamente media docena, más o menos, de espacios para los muertos; las familias pudientes tienen su casa de muertos entera en exclusividad.

Y hay que ver el derroche de colores en este cementerio, donde cada tumba está pintada, de rojo, o verde, o azul, o amarillo.

Como estaba anocheciendo cuando salimos de Huehuetenango, decidimos que sería quizás mejor, para nuestra seguridad, pasar la noche no alejados de cualquier poblado sino dentro de un poblado; así que nos quedamos aquí, cerquita a la salida de Huehuetenango.

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Esta mañana, nos dedicamos a nuestra exploración radiofónica.

La primera sorpresa fue que hay no una sino varias estaciones escuchables; nos enteramos de Dios, de pestes porcinas, de la necesidad de educación bilingüe para los niños paraborígenes, y hasta tuvimos un noticiero - pero éste, con una manera de explotar al oyente novedosa para nosotros: las frases del boletín informativo alternaban automáticamente, una a una, con frases de publicidad; una, de noticia, una, de publicidad, la manera más diabólica de penetrar en la mente del oyente.

Y nos enteramos de dos importantísimos programas por venir en la televisión: un partido de béisbol de la liga mayor, se entiende que vespucciana, y una pelea máxima de dos boxeadores - vespuccianos desde Atlantic City.

Todo cuanto es solamente la confirmación de lo que habíamos empezado a notar ya ayer - cuando vimos las estaciones de nafta no con un nombre nacional como lo es Pemex en México sino con todos los nombres más familiares de las grandes >>>>>>>>