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La indumentaria de las mujeres ha cambiado un poco; aquí, llevan una pollera de tela liviana muy amplia, aun cuando larga hasta el suelo, y ya no tienen mantas - solamente una blusa - naturalmente, en este clima caluroso.



En el mercado

Que es exactamente la razón por qué, por otra parte, se ve cada vez más construcciones con techo de paja y paredes de juncos u otro material similar; y a veces incluso cobertizos de paja solamente, sin ninguna pared.

En varias oportunidades ya, después de Acapulco, al ver la gente debajo de sus techados de paja, con el viento acariciándola por todos los lados, pensamos en los distinguidos trogloditas de las ciudades que, a gran costo, se envuelven de paredes herméticas y aguantan el costo y el zumbido de los enfriadores de aire; y, al ver la gente viajando en camiones abiertos o atrás en las chatitas, con el viento refrescándola, nos acordamos de las tropas de moradores de las ciudades sudando en sus modernos medios de transporte urbano.

Estamos en Tehuantepec.

Una ciudad zapoteca con tradición de matriarquía. Un matriarcado donde eran las mujeres que mandaban y gobernaban; y compraban y vendían, y hasta pescaban - mientras que los pobres hombres no se animaban a pisar en el mercado y estaban reducidos a trabajar la tierra y a tareas de hombre como tejer o hacer alfarería.

Pero, en la práctica, ya no es realmente así. Si bien, en el mercado bajo techo, y en la feria al aire libre, todos los puestos están atendidos por mujeres, inclusive vimos una mujer carnicera cortando carne, una mujer nos confesó que, antes, sí las mujeres mandaban, pero, ahora, ya no tanto.

Hablando de mercado, únicamente un poderoso escritor podría dar una cabal impresión de la increíble e incongrua mezcla de moscas, carne, pescado, perros, feriantes, oscuridad y mercaderías en el suelo.

En la plaza de Tehuantepec, se nos acercó un Vespucciano literalmente único: nos habló en castellano, si bien, evidentemente, no era su modo de expresarse más fácil; quizás no sin coincidencia, no era uno de aquellos Vespuccianos con castillo ambulante sino un joven caminando con la mochila en la espalda; con mucho gusto le hablamos en inglés para hacerle la conversación más fácil.

Incidentalmente, es de notar que, en contraste con las muchas personas que entablaron alguna conversación con nosotros en Canadá y Vespuccia, aquí, en México, creemos que solamente una persona o dos así lo hicieron.

Viceversa, mientras que, en los dos países del norte, casi nadie sabía el significado de la palabra "panamericana" y de la palabra "integral", la que >>>>>>>>