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sepulturas todavía debajo de los escombros sin excavar.  También se encontró tumbas de la gente común en la campiña alrededor del centro ceremonial.

Se supone, - ¿por qué mal prejuicio ya que no hay prueba de ello? - que en este centro se celebraban sacrificios humanos.

Cuando estas ruinas todavía no eran ruinas, las aguas del lago Pátzcuaro venían hasta el pie mismo de la loma, pero ahora están bastante retiradas.

Aquí, a la llegada de los Españoles, pasó lo que pasó en muchos otros lados: vandalizaron este centro y lo desmantelaron a manera de cantera instantánea de donde sacaron todas las piedras que necesitaron para construir la inevitable iglesia y un convento.

La palabra tzintzun significa colibrí, y Tzintzuntzan quiere decir lugar de los colibríes.

Así es la historia de los Purépachas; ah, sí, porque también aprendimos que los Tarascas pertenecen a la misma clase de mito que los "Esquimales": dichos paraborígenes no se llamaban a sí mismos Tarascas sino Purépachas, y su idioma se llamaba purembe.

¿De dónde viene, pues, la palabra "tarasca"? De una palabra purembe: cuando los invadidos - o mejor dicho, las invadidas - y los invasores empezaron a juntarse, los familiares de las paraborígenes juntadas se volvieron los suegros, los cuñados, los familiares, de los Españoles, lo que, en idioma purembe, se decía "tarasque", de donde salió la palabra que los Españoles aplicaron a los paraborígenes, "Tarascas".

Hoy ya no llegaremos a nuestra próxima meta, la ciudad de Morelia.

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Desde la anotación anterior, pasaron una noche, un día, y una noche. Estamos en la segunda madrugada.

Ayer, en la carrera que tenemos contra el reloj para llegar, a Costa Rica, antes del vencimiento de nuestra visa, y a Panamá, todavía dentro de la época de sequía, tomamos un gigantesco paso de cuatro horas - para atrás: ayer, nos levantamos tempranito, echamos a andar tempranito, sin siquiera desayunarnos, con la idea de visitar Morelia, hacer una diligencia que no tendría que tomar más de media hora, tomar nuestro desayuno más tarde en la mañana, y seguir viaje diligentemente para ganarle al reloj.

Y llegamos tempranito a Morelia. A las 8, ya estábamos recorriendo la ciudad, no una mala idea por la escasez de tráfico.