tamaños desde dos milímetros hasta un metro; de calidades desde tosca a muy refinada; de temáticas desde imitaciones de antigüedades antropológicas hasta los más conocidos personajes de la mitología vespucciana; de gustos desde el más barato hasta el más refinado. Un desvío y una visita que ciertamente valieron la pena y el tiempo.

Al rato de dejar Tonalá, empezó a anochecer, y estamos otra vez parados, sin muchas otras alternativas, al borde del infierno de la carretera.

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Viajando hacia nuestra próxima meta, el volcán Paricutín, un volcán que, en un cuento de hadas, ciertamente se consideraría como una astuta y encantadora invención, pero que es un volcán de verdad, de lava y ceniza.

Buena parte de los topónimos sigue netamente paraborigen, como los dos próximos en nuestro camino, Ocotlán, Tototlán.

Justamente en Tototlán, desviamos de la carretera Mazatlán-Guadalajara-Ciudad México, y ocurrieron dos cambios:

»» el pavimento cambió por completo; o sea que el asfalto se volvió liso y 50/oo más ancho, y casi no hay tráfico, una situación que nos está llevando tiempo para convencernos de que realmente es así, un milagro que estamos disfrutando plenamente en este momento.

»» la topografía también cambió por completo; mientras que, hasta los primeros kilómetros de hoy inclusive, estaba quebrada, se volvió totalmente llana.

Tenemos la laguna Chapala a nuestra derecha; más bien parece un bañado que una laguna.

La llanura misma hace más visible la permanente presencia de contaminación del aire producida, en combinación, por una aislada fábrica, por hornos de ladrillos y por quema de pastos.

Mientras tanto, pasamos del estado de Jalisco al de Michoacán.

Bastante gente lleva ponchos.

Esta mañana, la temperatura mínima fue de 11 grados; ahora, con el Sol ya a la vista, debe de haber unos 15 grados, ola de frío que obviamente justifica que todo el mundo ande totalmente envuelto de pies a cabeza; de alguna gente se ve solamente la nariz.

Acabamos de recorrer la feria matutina de un pueblo.