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En resumen, Guadalajara, en nuestras memorias, será sinónimo de los murales de José Clemente Orozco, de la agrupación de música azteca, y del conjunto de las dos iglesias con la columnata y la fontana.

Incidentalmente, el nombre de esta ciudad es una prueba de que la voluntad de un rey no siempre se cumple. El nombre de Guadalajara le fue dado por su fundador porque la ciudad natal de éste en España se llamaba así, pero el rey de España no aprobó tal denominación y mandó llamar la ciudad Nueva Galicia; ello, porque Guadalajara es una palabra mudéjar que significa corriente de agua sucia. Pero Guadalajara se siguió llamando, y Guadalajara se sigue llamando.

Estamos estacionados para la noche una tercera vez, pues, en el mismito sitio de las dos noches anteriores.

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Hoy, finalmente, salimos de Guadalajara.

No sin, antes, recorrerlo otra vez. Y tropezamos con otra sorpresa, que no sabemos si llamar maravillosa o encantadora, quizás las dos cosas a la vez; una plazoleta en triángulo, la Plaza de la Bandera.

Con un derroche de dentroestatuaria, de topiaria; y de ninguna manera una repetición más de las figuras habituales de canastas ornamentales o de algún cuadrúpedo no muy definido, sino, por ejemplo, un venado con cornamenta muy complicada, un conejo muy fanfarrón, dos dinosaurios peleando, una iglesia - completa con su reloj, un cabildo, un jinete con el proverbial sombrero mexicano en la cabeza y montado en el no menos proverbial burro, otros animales prehistóricos; ah, sí, y los animales feroces, como los dinosaurios, con todos sus dientes blancos bien asentados en la boca; realmente, una encantadora maravilla. Y, naturalmente, había el infaltable juego de agua.



El famoso sombrero, pero hoy nunca usado en la vida diaria

Por lo visto, hay tiempo y dinero para esta obra creativa, pero no hay tiempo y dinero para recoger basura. Por lo pronto, en cuanto a nosotros, y hasta prueba en contrario, creemos que se puede describir México de una manera bastante sucinta y apropiada, como una joya en un tacho de basura en una cámara de gas.

Este encuentro trae a la mente dos observaciones.

Una observación es que el famoso típico sombrero mexicano está difunto; hasta ahora, no vimos ni uno en la vida real, un ejemplo del desajuste que existe entre la imaginación popular de ciertos hechos, basada en realidades ya desvanecidas, y las verdaderas realidades vigentes, pero todavía desconocidas de las masas.