Llegamos a Guadalajara; no tempranito de mañana, como parecía, esta madrugada, sino tempranito a la tarde.
Y estuvimos tan ocupados con cosas - tales como averiguar si se puede prorrogar por la duda nuestra visa de Costa Rica - no, no se puede; como encontrar algún lugar para hacer revelar unos rollos de fotografías según nuestros deseos - no, no lo conseguimos; como descubrir una política segura y lógica con las amibas - no, todavía no sabemos - que ya oscureció; de manera que vamos a tratar de encontrarnos un lugar en la calle para la noche, y mañana visitaremos la ciudad, si bien, por las tarjetas postales que vimos, no parece muy entusiasmante.
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Sí, la calle donde dormimos resultó bastante práctica.
Después de haber explorado otra vez más las ondas radiofónicas esta mañana, y también anoche, estamos llegando a la conclusión de que, en México, o por lo menos en lo que recorrimos de México hasta ahora, la radio no es una fuente de noticias generales; aprendimos todo lo que queríamos saber, y más, respecto a los trámites de renovación de las placas de los automotores mexicanos, pero, de lo que pasa en México y/o el mundo, no logramos ni una información; quizás la filosofía informativa radial mexicana se pueda resumir en el título que escuchamos el otro día de un noticiero que se llamaba El Mundo en 40 Segundos.
De paso sea dicho, el trámite para la renovación anual de las placas de automotores nos pareció bárbaramente complicado; si bien nos acordamos, hace falta, 1) presentar la tarjeta de circulación al nombre del dueño, 2) una copia de la factura al nombre del dueño, 3) algo que llaman un tarjetón, de no sabemos qué, 4) un certificado de domicilio legalizado de no más de tantos días, y probablemente nos olvidamos de otros requisitos más. Seguramente que habrá muy buenas razones para exigir todo este papelerío pero, por fuera, parece increíble, cuando, en Vespuccia por ejemplo, la renovación - ni siquiera de las placas, simplemente de la validez de las placas - se efectúa mandando simplemente por correo un cortísimo formulario y el dinero, y se recibe por correo la renovación de las placas.
Otra cosa que, seguramente, tendrá sus razones profundas pero que, a la vista, parece muy rara, y que nunca jamás vimos en todo lo que va de la Expedición hasta llegar a tierra firme de México, es el espectáculo de hombres - que se supone serán de la policía o del ejército, pero se supone solamente porque ni siquiera tienen un uniforme - moviéndose por las calles con arma larga en la mano.
Vamos a aprovechar las horas tempranas del día para ir a unos kilómetros al >>>>>>>>