manera figurada de hablar, literalmente tiene repercusiones físicas en el oído y en el pecho.
La sinuosidad de este camino es la oportunidad ideal para mencionar una costumbre de cortesía que tienen los vehículos de marcha muy lenta cuando obstruyen el paso al tráfico que podría ser más ligero en un camino con curvas: cuando ven delante de ellos que no hay tráfico en sentido contrario detrás de una curva, hacen funcionar sus luces de cambio de dirección para indicar al automovilista cautivo detrás de ellos que puede adelantarse aunque éste no vea detrás de la curva.
Hablando de tráfico, es notable la cantidad de riesgos calculados que toman los automovilistas por aquí; los Vespuccianos dicen, con desdén, que los Mexicanos manejan de manera loca, pero nos parece que más bien manejan de manera creativa, que son unos artistas del volante; verlos manejar es asistir a un partido de deporte lleno de pases atrevidos y elegantes; comparando esta manera de manejar con la manera vespucciana, y tomando como base los accidentes que vimos en Vespuccia, aquí ya tendríamos que haber visto por lo menos cien accidentes, y vimos tan sólo uno - y no en una situación de manejo atrevido sino en una situación de manejo aburrido, esperando que cambie una luz en una esquina.
Mientras tanto, el asfalto sigue tan malo como siempre; pero hay que asombrarse de que no esté peor todavía, por el tremendo castigo que recibe del intenso tráfico pesado.
Está anocheciendo. Estamos en la plaza central de un pueblo, limpia y prolija, con sus bancos ocupados por los burgueses disfrutando de la tranquilidad de este domingo de tardecita. Hay misa en la iglesia, el templo está tan lleno que, por el portón abierto, hay gente que asiste desde afuera; parece que el cura tiene éxito, o quizás sea Dios, o quizás sean los dos.
Anocheció por completo; estamos parados para la noche en las afueras de aquel pueblo. Cuántos días y cuántas noches ya hace que no sabemos qué es un minuto de silencio.
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La semana pasada, pensábamos llegar a Guadalajara el jueves o el viernes; luego, pensamos que sería el sábado; luego, pensamos que, sin falta, el domingo, o sea ayer. Hoy, lunes a la mañana, estamos a todavía 70 kilómetros de Guadalajara.
Antes de echar a andar, dos anotaciones.
Anoche, mientras Božka preparaba la ensalada - que es probablemente la última ensalada que vamos a comer hasta llegar a los países andinos, por el asunto de las amibas, Karel exploró las ondas radiofónicas; sorpresa de sorpresas, en la >>>>>>>>