.) Cerca del puerto, tiene tres cabezas esculpidas de gran tamaño - lo que nos hace acordar de que, en Mexicali, hay varios grupos escultóricos de gran fuerza de expresión en el mismo estilo poderoso de los murales mexicanos.
.) Un encuentro desagradable en Ensenada fue un coche con altoparlantes vociferando hacia los cuatro puntos cardinales mensajes publicitarios, imponiendo su presencia a quien quiera y a quien no quiera enterarse. ¿Qué derecho tiene una empresa de meterse a la fuerza en la vida particular de los ciudadanos? - ¿y qué pasa con el que estudia, el que está enfermo, el que trata de escuchar su radio, el que toca su guitarra, la gente que prefiere paz? - ¿no basta para publicidad la radio, la televisión y los diarios, que se puede no escuchar, no mirar, no leer?
Seguimos enriqueciendo nuestro vocabulario castellano. Escuchamos un vendedor callejero ofreciendo ricas donas; jovencitas no podía ser; nos fijamos, y descubrimos que eran anglófonos doughnuts, un tipo de pastel - tantas letras para pronunciar donuts.
En Ensenada, también fuimos, por primera vez en México, a un mercado. Como todo lo demás que vimos hasta ahora en México, tampoco el mercado tiene la apariencia y la atracción visual de sus homólogos en Vespuccia o Canadá. Pero no hay que olvidarse de que estamos en un pueblo no muy grande, en un rincón apartado de México; y si pensamos en lugares apartados de Vespuccia y de Canadá, en realidad, tampoco había el brillo habitual en aquellos países.
Por lo visto, aquí también tienen aditivos de todo tipo en las comidas; por ejemplo, nitritos en las salchichas.
Estábamos ya saliendo de Ensenada, cuando vimos una feria del tipo tradicional al aire libre. Vimos de lo bueno y de lo malo.
Lo bueno, lo mismo que en el mercado; frutas y verduras - por cierto, chicas, sin apariencia, sin homogeneidad de tamaño o forma o color, en contraste con las frutas y verduras de Vespuccia y Canadá donde todas parecen hechas de plástico por una máquina, tan iguales que son, en tamaño, forma y color; pero, como recién comprobamos, de muy buen sabor, también en contraste con aquellos dos otros países, donde, muchas veces, las frutas y verduras tienen un sabor exactamente adecuado a su apariencia - un sabor insulso a plástico.
Lo malo, por lo menos lo malo para nuestra dieta, es que gran parte de la comida ofrecida, y, naturalmente, comprada, consta de garbanzos, porotos, arroz, y de grandes cantidades de ajíes para darles sabor a los susodichos.
Viajando hacia el sur. El camino está asfaltado, tal como sabíamos que iba a serlo; después de haber sido una desafiante legenda de aspereza en el mundo de los aventureros sobre ruedas, hasta 1973, cuando fue domado por el asfalto; y sin duda, bien mansito parece hoy.