Sí, así es, el camino va bajando abruptamente por curva tras curva. Es increíble. El terreno está sumamente atormentado; parece una caja de arena para gigantes, donde cada grano de arena sería una roca de decenas de metros.
Como por milagro, del momento que se presentó la bajada, no solamente que ya no llueve sino que el cielo está totalmente azul; hay un fuertísimo viento frontal, tan fuerte que sirve de freno, prácticamente no hace falta frenar, donde en otras condiciones habría que usar la segunda velocidad como freno.
Por fin hemos llegado a la llanura, una llanura rodeada por sierras, del mismo tipo que ya vimos especialmente en Nuevo México y Arizona. Aparecieron campos labrados - por lo visto, a fuerza de riego.
Estamos en Mexicali.
De Tijuana, cruzamos a los bajos del otro lado de la península de Baja California.
Por lo visto de Mexicali hasta ahora, no es muy diferente de Tijuana salvo que no vemos los profesionales especializados en clientela extranjera, y salvo que sí vimos una universidad, una biblioteca pública bastante grande como corresponde a una ciudad capital de un estado; y no hay que olvidar la estación radiofónica cultural que tanto disfrutamos cuando estábamos del otro lado de la frontera, pasando por Yuma.
Lo que sí nos sorprende, es cómo nos pudimos dejar engañar por apariencias a punto de confesar una deficiencia nuestra que ahora vemos que no ocurrió; es cómo pruebas aparentemente indiscutibles pueden ser muy discutibles, inclusive pueden no existir.
Cuando, cerca de La Rumorosa, nos enfrentamos con la larga bajada hasta inesperadas profundidades, nos pareció increíble que no hubiésemos notado una subida correspondiente previa, pero aceptamos lo increíble como falla nuestra. Pero ahora sabemos que la bajada existe sin subida previa correspondiente, que, simplemente, la bajada fue a profundidad ... debajo del nivel del mar.
Resulta que Mexicali, y nosotros con él, nos encontramos, geográficamente, en tierra firme en la prolongación del eje del golfo de California, pero, geológicamente, nos encontramos, a la vez, en el propio seno de una vieja conocida nuestra, la falla San Andreas.
Resulta,
1) que la hoy península de Baja California, otrora era simplemente >>>>>>>> borde y parte del continente;
2) que no había golfo de California;
3) que, hará unos 20/25 millones de años, la falla San Andreas empezó >>>>>>>> a abrirse, formando la península, y dejándose invadir por el mar >>>>>>>> hasta formar el golfo; y
4) que este desgarre geológico de la falla San Andreas no termina de >>>>>>>>