ofrecidos. Nos paramos para charlar un rato y así tuvimos la confirmación de lo que se imponía por simple deducción, a saber que, desde el dentista hasta el tapicero, todos ofrecen servicios más baratos que los equivalentes en Vespuccia.
También, empezamos a enriquecer nuestro vocabulario castellano; ahora sabemos qué es un mofle o una lonchería; naturalmente, la única manera de entender estas palabras es sabiendo el inglés; un mofle es un muffler o sea un silenciador, una lonchería es donde se sirve un lunch o sea una casa de comidas.
Hablando de comidas, aquí, rotiserías, no existen, son rostiserías, y los pollos no pueden ser otra cosa que rostizados.
El lema de un taller de mecánica nos pareció tan genial que lo copiamos verbatim:
"lo imposible, lo hacemos rápido, para los milagros, tardamos un poquito".
Esta mañana, en media hora, o una hora, vimos infinitamente más neumáticos desinflados por una razón u otra, probablemente por pinchazón, que cuantos vimos en todo lo que recorrimos en Canadá y Vespuccia, incluyendo el nuestro antes de Yellowknife.
Vamos hacia Mexicali. Apenas fuera de Tijuana, la carretera recién cruzó un río por la cresta de un dique como nunca hubiésemos creído que podría existir: un dique no en línea recta sino con dos o tres curvas, una, en ángulo a 90 grados; parece que las cosas no resultan muy fáciles por aquí.
Como para despedirnos hacia nuevos horizontes, está dejando de llover, el Sol está peleando un poco para salir de entre las nubes, si bien, por ahora, sin mucho éxito.
La topografía se presenta muy quebrada; en los llanos, hay olivares, también hay vacas - pero no a campo sino en corrales de engorde; por primera vez desde que tocamos Los Angeles, estamos otra vez en campo verdadero.
Recién vimos nuestros primeros hornos de ladrillos en lo que va de esta Expedición; también, unos hornos de tejas. Desde ayer, nos preguntábamos de qué clase de construcción son las casas por aquí; los hornos de ladrillos y de tejas nos dieron la contestación; pero recién tuvimos la confirmación: vimos una casa de vivienda en construcción, con su armazón de hormigón y las paredes de ladrillo.
Hay una mayor proporción de autobuses interurbanos.
Estamos cerca del pueblo de La Rumorosa. Vemos, de repente, delante de nosotros, en una abrupta profundidad, una llanura sin fin, un bajiplano; es increíble que hayamos subido tanto desde Tijuana; ni siquiera nos dábamos cuenta de que subíamos, pero aquí, en este desnivel, está la prueba indiscutible; y parece que la única dirección, desde aquí en adelante, será para abajo.