<> por ejemplo, además de la variedad de tipos de animales, cada tipo está representado por varios ejemplares;
<> por ejemplo, la vegetación misma, muchas veces lujuriante, que, con riego se entiende, el clima de San Diego permite.
Varias veces nos pasó por la mente que probablemente veíamos más animales de América ibérica que lo que veríamos jamás en la naturaleza, desde carpinchos a osos de anteojos, pasando por guanacos, llamas y cóndores, sin olvidar las vizcachas - que hasta de éstas aquí tienen.
Hablando de clima, no se puede comparar las posibilidades zoológicas que brinda el clima de San Diego con las posibilidades mucho más limitadas del clima de Toronto, pero aun así, dentro de las circunstancias de cada clima, después de haber visto esta cárcel zoológica, estamos todavía más convencidos de nuestra impresión de la cárcel de Toronto.
Y hablando de cárcel, por más interesante que todo el conjunto sea por su variedad y su inventiva, no deja de ser cierto que es una cárcel donde muchos animales se mueren de aburrimiento; para nosotros, tuvo un impacto muy desasosegador encontrar aquí, encarcelados, los mismos animales que vimos en libertad; una cosa es no haber visto jamás estas criaturas sino en sus celdas zoológicas, cuando es fácil, si no justo, considerarlas como estadísticas, y otra cosa muy diferente es ver estas criaturas tristemente limitadas a unos pocos metros cuadrados después de haberlas visto dueñas de su terreno en la naturaleza.
No es una idea nueva, pero no hay manera de evitarla: la increíble, sorprendente, admirable, variedad de la inventiva de la naturaleza; qué infinita variedad de detalles aun en rasgos básicamente similares; uno se queda pasmado.
Una de las sorpresas que nos aguardaba en este parque, o esta cárcel, de animales, no tiene color, no tiene forma, no tiene voz, es totalmente intangible, pero quizás fue la mayor sorpresa: después de haber sido expuestos miles de veces a la consabida historia de que todo, desde mamutes a humanos, llegó a América desde Asia por el estrecho de Bering, aquí vimos nuestro primerísimo caso de migración al revés: parece que los camellos de Asia y Africa son los descendientes de cameloides americanos llegados de América a Asia por el estrecho de Bering. Extraordinario atrevimiento - no en que los cameloides hayan marchado de América a Africa, sino en que alguien haya tenido la audacia de sugerirlo.
También, tuvimos que venir del paralelo 81 norte a la cárcel zoológica de San Diego para enterarnos de que la denominación verdadera inuk de un ovibos es umingmak - lo que significa barbudo.
Quedando en el renglón de lo impalpable, ¿qué otro parque zoológico, qué otra instalación, por más sesuda que sea, tendría la erudición - y tendría el coraje de mostrarla, y consideraría el público capaz de apreciarla - de >>>>>>>>