presentamos nuestra solicitud, y, en teoría, tendríamos que recibir la autorización dentro de unos dos o tres meses en el consulado vespucciano de Bogotá, Bogotá-Colombia, se entiende, según la manera vespucciana; y no será el fin del papelerío: dicha autorización, que será solamente por un año, en vez de los dos que necesitamos, deberá ser extendida para otro año más en algún consulado vespucciano. Y si algo se pierde o traspapela, qué pasará, no sabemos; aun la solicitud, después de haberla presentado en la oficina de San Diego para su despacho a la oficina de Nueva York por canales oficiales, tuvimos que mandarla por correo normal, con todas las incertidumbres que ello siempre involucra. Veremos.
El problema que cobró más realidad para nosotros hoy es el relacionado con Nicaragua. Llamamos otra vez el consulado de ese país en Tijuana, y nos informaron que, por una parte, no necesitamos visa para transitar por Nicaragua, pero que, por otra parte, no aconsejaban a nadie ir a Nicaragua por tierra, que los problemas de guerra y guerrilla se presentan empezando ya en Guatemala misma.
Lo único que podemos hacer, por ahora, es tomarlo uno por uno, paso a paso, a medida que nos acerquemos, y vamos a ver qué ocurre; en el peor de los casos, habrá que tomar algún barco de cabotaje alrededor, y dejar toda la zona para nuestra vuelta desde América del Sur.
Queríamos ver qué pasa en América, pues esto es parte de lo que pasa en América.
Con la confusión de estos últimos días, ni nos acordamos si mencionamos que ya recibimos nuestra inyección contra la fiebre amarilla, y que nos conseguimos las píldoras contra la malaria, mejor dicho, contra los dos tipos de malaria.
Estos días en San Diego, siempre nos levantamos antes del amanecer, así que, cada mañana, tuvimos la oportunidad de ver cómo lo que, en otras partes, podía haber sido un lindo amanecer - con la Luna alrededor de llena, de un lado del cielo, los primeros indicios de albor, del otro lado del cielo, nubes salpicando la bóveda con su color borravino gris, algunas estrellas aferrándose al firmamento entre las nubes - todo ello quedaba implacablemente arruinado, por las luces artificiales, por las antenas de televisión irguiéndose de cada casita a una altura varias veces la altura de la casita, por el ruido de calles vecinas, si bien la nuestra estaba tranquila; y pensar que mucha gente nunca vio otra cosa que este ambiente destrozado - habrá probablemente mucha gente que ni lo ve destrozado porque ni siquiera se da cuenta de los colores, de las formas, de todo el mundo cambiante, encima de sus cabezas.
Ya ni sabemos si fue hoy u otro día, nos encontramos en un barrio competidor del barrio de los pájaros; en éste, las calles se llaman por nombres de plantas, Palmera, Sasafrás, Laurel.