Justo antes de llegar al pueblo de Grapevine, vimos el acueducto subir una sierra, tomando la forma, para la circunstancia, de cuatro canalizaciones gordas; y, un poquito más lejos, pasamos cerca de la estación de bombeo correspondiente.
La verdad es que este desierto no solamente necesita importar cantidades enormes de agua sino que también necesita importar cantidades enormes de electricidad para movilizar las cantidades enormes de agua. No es por nada que, desde esta mañana, no nos podemos despegar de una línea de alto voltaje trenzándose con la autopista.
\LA/ Los Angeles está rodeado por serranías bastante enhiestas. Las cruzamos; >>>>>>y estamos ahora bajando por lo que parece ser las últimas laderas. La contaminación se está espesando cada vez más.
Seguimos bajando y como sumergiéndonos en un lago de contaminación.
No es la contaminación lo único para repelerlo a uno.
Quisimos comprar nafta, y nos encontramos con que tendríamos que dejar al encargado - antes de empezar a cargar la nafta - un depósito mayor que el importe previsto para la compra de la nafta .
- Sí, señor, porque si no, por aquí, apenas cargada la nafta, la mitad de la gente dispara sin pagar. Y esta ventanilla está hecha de vidrio a prueba de balas.
No quisimos someternos a semejante tratamiento y fuimos a otra estación de servicio; y otra, y otra, y otra; y todas, iguales; finalmente, tuvimos que aceptar la realidad de la situación.
Luego, como tenemos obligadamente que recuperar el atraso que tenemos en la transcripción de nuestras cintas antes de pasar a la América ibérica oficial, y como cometimos el error de hacernos mandar correspondencia a Los Angeles, decidimos combinar lo anterior con las visitas que nos esperan aquí, y decidimos buscarnos un motel.
Fue la plena y deprimente confirmación de lo de la nafta.
Las oficinas de los moteles, por aquí, se parecen más a salas de guardia de una cárcel o de una fortaleza - con puertas cerradas, con separaciones de vidrio a prueba de balas, con timbres para llamar al encargado, con dificultad para hablar o escuchar por la separación.
Así que, esto es el glorioso Los Angeles. Cuando preparábamos la Expedición, escuchamos muchas advertencias de todo lo infamante que pasa en otros países, pero esto aquí, no se comenta.
A pesar de buscar horas y horas, no logramos encontrar un motel según lo que buscábamos, así que vamos a pernoctar en la calle.