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Impacto de magia - y es lo que debe de fascinar a niños y otros espíritus inmaduros en las procesadoras electrónicas, por su aparente omnipotencia, y al instante, con sólo expresar un deseo en el tecleo, como en un cuento de hadas - pero la cosa, evidentemente, tan mágica como parece no lo es. Así como los encantos de un espectáculo de títeres dependen de la actividad oculta de los operarios, la puesta previa en memoria numérica de los millones de datos necesarios a la génesis del milagro catódico es frecuentemente más costosa y larga que la cartografía tradicional. Otra dificultad es que, a veces, datos de orígenes varios son técnicamente dispares entre sí y no coinciden con las especificaciones técnicas de las máquinas.

Por todo lo dicho, la nueva cartografía por procesadora (con sus apenas décadas de existencia) ofrece una adaptabilidad y rapidez - gracias a largos trabajos preparatorios - que la cartografía tradicional (con sus milenios de antigüedad) ni soñar puede. Pero quedan nichos, nos dijo nuestro guía, especialmente en la representación de situaciones geográficas no repetitivas, para la cartografía tradicional, artesanal, la que no vimos y hubiésemos deseado ver también.

Y ¿qué grado de precisión se logra en tales mapas supermodernos? Pues, precisión perfecta es imposible lograr.

║ Por una parte, aun en cartografía, el dicho de "errare humanum est" es válido; los aspectos que más sufren de errores son la toponimia, la simbología y la clasificación de rasgos, como ser carreteras.

║ Por otra parte, aun con la ayuda de las muchas máquinas milagrosas que vimos, es imposible conseguir una representación del terreno en el papel que sea de precisión perfecta.

Hay que convencerse de la realidad, según nos enteramos, de que, si bien la cartografía es, en gran parte, una ciencia, no deja de depender, en parte, de intuición y estética. Por ejemplo, si se quiere yuxtaponer dos mapas para hacer un mapa global, no se puede lograr una precisión sobre-humana de coordinación de todos los detalles de los mapas sino que se hace la yuxtaposición lo mejor que se puede, y luego, con un trabajo de hormiga, se empareja las cosas para que el resultado quede aceptable a la vista.

El criterio de aceptabilidad de precisión de un mapa es que 90/oo de los puntos representados en el mapa tienen que estar dentro de medio-milímetro de la posición perfecta ideal; esta tolerancia corresponde a 12 metros en el terreno, a una escala de 1/24.000, y a 30 metros en el terreno, a una escala de 1/60.000.

¿Por qué extrañarse de que los mapas del tiempo de Colón eran lo que eran?

No pudimos no mencionar cuán absurdas nos parecen ciertas desfiguraciones por las proyecciones cartográficas, como ser, a manera de ilustración de infinidad >>>>>>>>