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nafta por su manguera correspondiente. Si se desea un octanaje intermedio, sale nafta de las dos mangueras en la proporción adecuada.

Y ahora, a divertirse. ¿Qué octanaje probamos? 83, 87, 89, 91 ó 95. Claro que nada impide hacer el jueguito más excitante. Por ejemplo, cómo sería un octanaje de 94,5, o cualquier otro octanaje altamente técnico a gusto de los fanáticos de la mecánica.

Basta hacer el calculito de qué proporción hace falta de los octanajes disponibles y comprar las cantidades correspondientes. Eso, ni en Vespuccia lo vimos, lo que es muy extraño porque es, a la vez, algo práctico y un juguete, ambas cosas, muy afínes al espíritu vespucciano. Incidentalmente, parece que aquí, en Venezuela, no existen las habituales marcas transnacionales de nafta y productos petroleros; todo, en manos venezolanas.

Son las 12. Desde esta mañana, ya van tres alcabalas, o sea retenes de fiscalización militar del tráfico. Ya se está volviendo cansador este subdesarrollo; cada vez, detenerse, cada vez, como desnudarse para una radiografía, y cada vez, esperar el antojo o una idiotez, siempre posibles, del títere en uniforme.

Por lo menos, hasta ahora, ningún rompemuelle salvo, naturalmente, en los susodichos puestos de fiscalización. Estos temibles militares, por lo visto, no tienen bastante confianza en la fuerza moral de su propia autoridad y temen que, por ahí, sin los rompemuelles, se les escape una lauchita.

Ciudad Santo Tomé de Guayana. Sí, así, sin omitir la primera de las tres "a", para no ofender la susceptibilidad venezolana.

Tiempo para rellenar la pulpería, pobre en el Brasil, nula al cruzar la frontera, magra desde entonces hasta ahora. Supermercado bastante surtido sin ser extraordinario, pero el primer lujo desde São Paulo. Lamentablemente, entre las cosas que faltan para una total felicidad, están los jugos de fruta puros y simples. Todos los jugos tienen por lo menos azúcar agregada, o sea que, para nosotros, no existen. De los deliciosos jugos puros traídos de Buenos Aires, queda apenas un vaso. Así que, de ahora hasta Miami, será vida sin jugos, salvo los exprimidos por nosotros mismos, lo que tampoco se puede hacer siempre.

Tiempo para medir el paso del tiempo. Se solía hablar de Santo Tomé como de la ciudad construida en el medio de la selva. Viendo las cosas como son, ¡quién se imaginaría una selva!  Y así pasa con el planeta.

Por las incógnitas, del cruce en chalana del río Orinoco y de qué nos espera del otro lado, y por parecernos el estacionamiento del supermercado bastante apropiado, con su alto cerco, pedimos, a pesar de ser recién las 16, permiso para pernoctar. Permiso concedido, pero con la advertencia de que no nos lo aconsejan. Sí, tienen dos vigilantes de noche, pero hace poco hubo un accidente.  ¿Un accidente?  Sí.  Uno de los vigilantes fue matado en un >>>>>>>>