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Como ejemplo, el cura tiene que subir al púlpito por una simple escalera apoyada contra la pared; como otro ejemplo, los dos candelabros son, cada uno, dos varillas en cruz acostada, con agujeros para calzar velas - y las velas son de las más simples, blancas y delgadas; las tablas que vienen a ser la parte baja del coro, o lo que tendría que ser el coro, justo encima de la entrada, están decoradas de dibujos, algunos geométricos, otros de animales, todos, del más puro estilo casero. Naturalmente, las paredes son de adobe grueso, pero ya hace rato que estamos en el país del adobe.

Incidentalmente, antes de llegar a Las Trampas, pasamos por el pueblo de Picuris, también con su iglesia y muchas de sus casas del tipo adobe, pero, ahí, lo tenían todo industrializado: para dejarnos tomar una fotografía, nos querían cobrar más caro que el precio de un rollo de 36 fotografías; para más exactitud, el equivalente de un rollo y medio de 36 fotografías.

Aquí, en Las Trampas, evidentemente también esperaban una ofrenda, pero no pusieron ningunas condiciones, no dijeron nada, pudimos visitar la iglesia y tomar unas fotografías sin apremios o coerción, y luego, con mucho gusto, les dejamos su ofrenda.


Adentro de la iglesia

Estamos en el pueblo de Las Truchas.

Un pueblo de prácticamente una sola calle. Y no tratamos de dramatizar las cosas, pero esta única calle es la más convincente, humana y equilibrada que vimos desde el principio de esta Expedición: las casas no están todas paralelas a la calle, cada cual está a un diferente ángulo con la calle; la calle va de más ancha a más angosta; en su lugar más angosto, la vista está interceptada por una casa transversal, y la calle se escurre por otro lado.

Naturalmente que todas las casas y el par de negocios son humildes sin excepción, pero la perspectiva parece ser tomada de un libro del renacimiento o de un libro de composición artística destacando la variedad en la unidad.

Ahora sí, hacia la ciudad de Santa Fe.

Este sería el lugar, el momento, la oportunidad, de visitar un tercer laboratorio científico, el de Los Alamos. Pero, después de Argonne y de Fermilab, no nos parece tan irresistible.

Lo que sí nos parece irresistible es anotar, sin tratar de entender, creer, no creer, la siguiente información.

"Los Alamos Scientific Laboratory; donde nació la idea de trasladar la Tierra a otra parte del cosmos, en una mudanza que podría prolongarse, si necesario, durante 8.000 millones de años y alcanzar una distancia de 1.300 años-luz, utilizando como combustible el hidrógeno disponible en la Tierra misma. Idea no tan descabellada, ya que se mereció una discusión en la Sociedad Vespucciana de Física."