español english français česky

pesados para las carreteras, pero el resultado neto es que el asfalto está hundido en forma de dos huellas en las cuales es difícil manejar porque uno está lanzado permanentemente hacia un lado o el otro, y además, cuando llueve, en ellas se acumula agua, lo que tampoco ayuda en el manejo.

Nuestro camino hacia el campo de batalla nos llevó a la reserva paraborigen donde se encuentra dicho campo. Parece que, esta vez, las cosas van al revés de lo común: no solamente el terreno no se está poniendo peor que fuera de la reserva - lo que, naturalmente, sería difícil, ya que todo en general está tan árido - sino que, al contrario, parece que las cosas van mejorando un poquitito; hasta se puede divisar, de vez en cuando, uno que otro árbol.

Llegamos al campo de batalla.

De nombre oficial, Custer; pero no sabemos por qué no se llamaría más bien Crazy Horse, ya que aquí, fue el alto militar vespucciano Custer quien perdió todo - la batalla, la vida y sus 261 hombres de caballería hasta el último, mientras que fue el cacique indígena Crazy Horse, o sea Caballo Loco, quien fue el artífice de la victoria paraborigen en este lugar.

Al llegar al sitio, nos encontramos con algo de confusión; porque creíamos que lo que había ocurrido, había sido que los paraborígenes habían simplemente sorprendido y matado a los invasores; pero, después de un rato, se nos aclaró todo.

Resulta que la historia que alcanzó fama no es toda la historia.

No fue simplemente una acción de sorpresa y de justiciera matanza por parte de los paraborígenes, sino que se trata de dos días - los días 25 y 26 de junio de 1876 - de batallas entre los paraborígenes y, no uno, sino varios destacamentos del glorioso ejército vespucciano expresamente mandados para "matar indios".

La historia completa es que los indígenas, a más de matar hasta el último hombre del destacamento de Custer, también infligieron sensibles pérdidas en muertos y heridos, y derrotaron, a varios otros destacamentos de genocidas. ¡1876 - parece casi ayer!

Hoy, marcadores de piedra indican los lugares donde fue muerto cada Vespucciano, y hay un cementerio con, por lo menos, algunos de los muertos. Uno de los más merecidos cementerios en la Tierra. No hay restos de los paraborígenes porque éstos se llevaron sus muertos, comparativamente muy pocos.


El cementerio

Así era la lucha de los paraborígenes en defensa de sus tierras, aun cien años después de la inauguración de Vespuccia.

Así es este campo de batalla, también famoso por el nombre de su ubicación, Little Big Horn, o Little Bighorn.