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Después de pasar la noche precisamente en este "compendio geológico", nos vamos a ir apurando hacia el sur; nuestro detector de radiaciones nucleares sigue diciéndonos "váyanse, váyanse".

Esta próxima etapa, de aquí a la orilla - norte, naturalmente - del Gran Cañón del Colorado, nos llevará cortando por una sucesión de crestas paralelas cuyo interés es mayor que la simple sucesión visual de crestas porque cada sucesiva cresta será la sucesiva extremidad sobresaliendo, visible, de sucesivos estratos de sedimentos, inclinados en la corteza terrestre hacia la superficie de modo que, aquí, debajo de nuestros pies, ya están todos, todos los seis estratos, en encimada inclinada, y que, luego allá, irán aflorando, uno por uno, como crestas, desde aquí hacia el sur, hacia el Gran Cañón, en sucesión de estratos cada vez más antiguos emergiendo al bies, de profundidades cada vez mayores.

De manera que pasaremos de esta capa de Bryce, la más superficial y joven del conjunto, de unos 60 millones de años, a una, de 120 a 135 millones de años, a otra, de 135 a 165 millones de años, a otra, de 165 a 200 millones de años de edad, a otra, de 200 millones a 225 millones de años y, finalmente, en el Cañón mismo, la edad de las fundaciones geológicas empezará en 225 millones de años y retrocederá a miles de millones de años.

Se ve progresivamente más árboles; hasta van formando bosques. También van apareciendo pastajes con tropillas de vacas satisfechas. Lamentablemente, las radiaciones son tan malas como, si no peores que, antes.  Hay que apurarse.

Nos desviamos unos 18 kilómetros de nuestro camino para ver unos médanos conocidos por su color rosa puro.



Los médanos

Sí, no es cuento. Vimos los médanos y son de un color muy definido, si bien, según opina Božka, más bien salmón que rosa simple; el color es tan pronunciado que, después de fijarse en él un rato, los colores de las demás cosas parecen otro color de lo que realmente son: el azul del cielo, mucho más profundo, el verde de la vegetación, con un tinte azulado; por otra parte, la arena es sumamente fina, tan fina como la de los relojes de arena.

En la franja de contacto entre la arena y - - -

Estuvimos interrumpidos por una conmoción visual - a ver qué estábamos diciendo - ah, sí, a lo largo de la franja de contacto entre la arena y la salvia omnipresente, nos divertimos observando y contando huellas de unos cinco animales diferentes, desde un ciempiés hasta lo que parecía ser un coyote.

Ahora, de vuelta a la conmoción visual; fue causada por una mini-formación geológica que hay que ver para creer, y todavía no se entiende: un trenzado de capas geológicas, entrecruzadas, encontradas, y cada capa formada por una multitud de películas milimétricas encimadas, pareciéndose a una masa de pastelería bien trabajada y retrabajada.


El pastel