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Con todo, los glaciólogos reconocen que sus cálculos nunca podrán ser transferidos exactamente de esta situación de isla natural a una situación de isla artificial porque una isla artificial nunca podrá duplicar exactamente la inercia de esta isla natural y siempre presentará problemas de vibración que, en este caso de isla natural, no se puede reproducir, y por lo tanto incluir en los estudios.

Hablando un poco de todo, también aprendimos que un problema serio de la explotación petrolera en el Artico es la necesidad, en cada pozo, aun con fríos de 30 ó 40 ó 50 grados bajo cero, de una gigantesca unidad de ... enfriamiento para impedir que el terreno en contacto con la tibieza del pozo se derrita y se hunda.

Con la visita de este islote y de este estrecho, también tuvimos la suerte adicional de poder establecer un contacto, aunque solamente visual, entre esta Expedición y Groenlandia; y pudimos ver, en la viva realidad, que Groenlandia pertenece a la familia americana, por más que los libros de historia y de geografía la traten como un apéndice olvidado de la geografía y de la historia de Dinamarca.


Los acantilados de Groenlandia

Y viendo los acantilados groenlandeses, no pudimos no pensar, en la famosa supuesta maniobra publicitaria de Erik/Enrique El Rojo, y a la vez, en la ignorada, pero alternativa, posibilidad sugerida como otro origen de la denominación de esta super-isla. Pero para esta temática, ahora ciertamente no tenemos tiempo. Tendrá que esperar hasta más tarde, junto con los troncos moldeados en minerales.

Incidentalmente, de éstos, de los gigantescos troncos mineralizados, hay otro yacimiento justamente aquí, al norte de la bahía de Ritter.

Después de la visita, cuando el helicóptero nos llevaba de regreso a la avioneta, durante el vuelo, con menos novedades para percibir y absorber, notamos un grupo de acaso ocho ballenas evolucionando vivazmente en un espacio momentáneamente libre de hielos.

Antes de trepar a la avioneta, otra vez observamos, con prismáticos, los acantilados groenlandeses, otra vez pensando en Enrique El Rojo, admiramos y fotografiamos las frescas y hermosas florcitas creciendo en este terreno por otra parte perfectamente desértico, y tomamos una fotografía ceremonial de las banderas de todos los países de América en este punto que fue el más septentrional que jamás alcanzaremos en esta Expedición, a 81 grados de latitud norte, a solamente 660 kilómetros del polo norte geográfico - habiendo dejado el polo norte geomagnético y el punto semi-magnético de las brújulas, bien al sur de nosotros.


Las florcitas

Finalmente, levantamos vuelo; y no fue un despegue habitual, nada parecido; el piloto tuvo que levantar vuelo en contados metros, acelerando a lo máximo desde el primer metro, encontrándonos casi de inmediato otra vez encima del estrecho.