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En dirección aun más hacia el norte; hacia el noreste, para ser más exactos; casi 20º de longitud hacia el este; lo que, en esta latitud, no es tanto cuanto suena y cuanto sería en el ecuador; hacia el otro lado de esta isla de Ellesmere.

Otra vez, las vistas son hermosísimas, cautivantes; los cerros, no cubiertos-por-nieve en el sentido habitual de la expresión, sino hundidos en nieve casi horizontal de cumbre en cumbre.



          En la nieve



 

 

 

 

 

 

 

                       
                                                         

                                                       Como el encuentro de dos ríos

Otra vez, vamos a tener que dejar el grabador; por lo que vemos, vamos a estar ocupadísimos, moviéndonos de un lado al otro de la avioneta, compenetrándonos de estas vistas increíbles, y tratando de tomar fotografías.

Estamos encima de la confluencia del fiordo Cañon, así, en castellano, si bien sin acento en la "o", y del fiordo Greeley, ambos, naturalmente, con sus bancos de hielo flotante.  Pero, no más narración al instante, por ahora.

Recobrando el hilo de las anotaciones, para recuperar el atraso desde que dejamos de anotar; para volver cuanto antes a la narración directa.

Después de Eureka, el vuelo hacia el otro lado de la isla Ellesmere, hacia el noreste, hacia la bahía de Carl Ritter, fue una pura maravilla.

En la primera mitad de este trayecto, después de la confluencia de los fiordos Cañon y Greeley, tuvimos, a nuestra izquierda, el fiordo Greeley, a nuestra derecha, la gran capa de hielo continental Agassiz.

Esta capa de hielo continental Agassiz fue algo que se podría tranquilamente llamar de otro planeta. Hasta pasado el horizonte mismo en semi-círculo, a nuestra derecha, una capa de hielo, cuya macicez, cuyo espesor, cuyo peso, cuyo poder aplastante, se deducen del hecho de que logra emparejar, por encima, todo un sistema orográfico, cuya existencia, a su vez, se deduce del hecho de que, de sitio en sitio, justo debajo de la sábana glacial, se adivina la protuberancia de crestas, de cumbres, sumergidas pero no desaparecidas por completo, como pidiendo socorro y ayuda.

En la segunda mitad de esta travesía hacia la bahía de Carl Ritter y, más allá, la isleta de los glaciólogos, cruzamos directamente por encima este hielo continental, con las vistas supercautivantes, ahora, de ambos lados de la avioneta, hasta y pasado ambos horizontes.

Esta isla de Ellesmere tiene dos tipos de hielos.

Un tipo de hielo es el hielo marino, como plataforma permanente en su costa más septentrional, una plataforma, de centenares de kilómetros cuadrados, de un espesor de alrededor de 80 metros, y de una edad de hasta unos 4.000 años. >>>>>>>>