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siempre, los coníferos obscuros y los follíferos claros; siempre, floreados manchones de varios colores; siempre, un arroyo vivaracho o una laguna, hasta lagunas; siempre, cadenas de cerros, ahora a ambos lados de la carretera, escarpados y con sus toques de nieve; pero el conjunto tiene su personalidad propia que brinda un ambiente fresco y refrescante; y nos íbamos a olvidar: no hay tráfico.

A veces, desaparecen los árboles follíferos, dejando solamente coníferos espaciados; a veces, desaparecen hasta los coníferos, y quedan praderas de altura; a veces, reaparecen los árboles, dando, cada vez, una nueva variante para el deleite visual.

Hace un rato, vimos una represa construida de barro y ramas, evidentemente el trabajo de ingenieros castores y, en el medio de la laguna así formada, el domo de un castillo castoril donde los animalitos viven en una cúpula de aire, pero a donde entran y de donde salen por un paso intra-acuático.

Hace un rato, vimos una alce con su cría, alimentándose en el medio de una laguna. ¿Por qué será que los alces no pueden comerse su ensalada como todo el mundo, por qué tienen que buscársela debajo de agua?



Mamita con el nene

Con el nene-alce, tuvimos un estudio de psicología infantil: primero, lo vimos cerca de su madre, estudiando obedientemente el difícil arte de vivir; pero se le terminó la paciencia y empezó a brincar a diestra y siniestra por la laguna; y, finalmente, se cansó de eso también y se fue a acostar en el pasto alto a orilla de la laguna, pasto tan alto que si apenas se le veía la punta de las orejas - y el que vio orejas de alce, sabe lo grandes que son.

      Tiempo.      Lindo, mayormente soleado, parcialmente nublado.
      Topografía.  Se terminaron las sierras.  Chata. 
      Vegetación.  Verdeante, pero sin más.

Vamos a ver qué nos espera más adelante.

Nos detuvimos en el pueblo de Rex - aclarando que lo que figura como pueblo en el mapa es un solitario negocio para turistas - con el propósito de averiguar la existencia aunque sea de alguna huella hacia el estrecho de Bering. Huella hay; pero, como ocurre a menudo en el Norte, es transitable solamente cuando congelada.

Mientras estábamos parados, llegó un ómnibus turístico con su cargamento de cautivos para dicho negocio; y mientras los turistas compraban chucherías que nunca hubieran comprado en circunstancias normales, el conductor del ómnibus se nos acercó y nos expresó su agrado ante la coincidencia de vernos, después de haber leído un artículo sobre nuestra Expedición en el diario de Anchorage y - para sorpresa nuestra - otro artículo ... en un diario de Vancouver (comentario nuestro) a pesar de que en Vancouver nunca estuvimos; así que parece que se está corriendo la bolilla.