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nosotros, a nuestra vez, entendimos perfectamente y, como de todos modos era nuestra intención, nos fuimos - una vuelta de ruedas, o menos.



El pueblo

Es que, con la primera vuelta de ruedas, o menos, como lo quiso nuestra suerte, dio la casualidad de que salió del recinto del pueblo una mujer evidentemente no miembro de dicha comunidad.

Entablamos una conversación con ella.  Era una Vespucciana que, por una larga cadena de contactos accidentales sobre muchos años, había llegado a ser aceptada por aquellos reclusos; inclusive, su hijo va a la escuela de Nikolaevsk, por lo que aprende todo en ruso e inglés.  De ella, recibimos los datos siguientes.

[♦] No hay solamente un pueblo sino tres pueblos de estos Rusos retraídos, en esta zona. Desde su llegada, se fueron expandiendo; hasta separarse en dos grupos; no se sabe muy bien por qué, por lo secretivo que son, pero se cree que por desavenencias; y ahora hay también un tercer grupo, cerca del pueblo de Homer.

[♦] Son tan retraídos, secretivos y reclusos no solamente porque quieren protegerse contra los males del mundo presente, sino también porque fueron objeto de muchas persecuciones, no solamente en Rusia sino también en varios de los lugares por donde peregrinaron antes de llegar a Alaska, inclusive en Vespuccia, especialmente en Oregon.

[♦] No tienen base económica separada, sin embargo; están integrados en la economía general de la zona: trabajan en plantas de envasamiento de pescado, en construcciones, y muchos de ellos tienen sus barcos de pesca propios.

[♦] Dan una importancia espiritual a su alimentación.

  • Por ejemplo, la pileta de la cocina tiene que ser bendecida, y a nadie se le ocurriría lavarse las manos en ella; sucedió, una vez, que vino un hombre a entregar unas bolsas de papas y de harina, y se lavó las manos en la pileta de la cocina; tan rápido como se pudo, se sacó la pileta de la cocina, se colocó una nueva y se bendijo ésta debidamente.

  • Por ejemplo, no pueden comer con personas que no tengan también una comida espiritualmente aceptable; los que trabajan en fábricas no comen su almuerzo en grupo con sus compañeros de trabajo.

  • Por ejemplo, una vez, a un niño se le cayó su merienda al suelo, esta mujer que nos hablaba levantó la comida y se la entregó de vuelta al niño, el niño fue al tacho de basura y ahí fue a parar la comida - el niño se quedó sin comer pero no pudo comer su comida, no porque había caído al suelo sino porque había sido tocada por manos infieles.

[♦]  No nos extrañó, después de haber visto aquella joven con la cabeza desnuda, enterarnos de que la juventud se rebela contra las tradiciones. No nos extrañó