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abombada, y casi siempre en terraplén, con el permanente peligro de encontrarse a 40 ó 50 metros barranca abajo.

Ahora también sabemos que nieve, como pavimento, puede ser una verdadera seda en la cual se puede viajar a 90 kilómetros por hora sin problemas, pero también puede ser mala, a no poder hacer otra cosa que reptar con esfuerzo y cautela de cada segundo.

En cuanto a vegetación y panorama, no gran cosa. Los coníferos se presentaban mayormente deslucidos y hasta raquíticos; inclusive, otra vez aparecieron manchones de caducifolios, y también extensiones peladas; y el paisaje, a pesar de las muchas vueltas de la carretera, resultó ser bastante in-notable, con solamente vistazos de altos cerros blancos en la lejanía; eventualmente, o sea 30 ó 40 kilómetros antes de terminar el trecho despoblado, nos acercamos a dichas cumbres, que resultaron ser una literal cordillera de cerros escarpados blancos, de la cual no se veía el fin ni por un lado ni por el otro.

Nos vamos a quedar aquí para la noche. Son solamente las tres y media, pero tenemos varios quehaceres domésticos impostergables.

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Fue en una tranquilidad, un silencio, perfectos, que pernoctamos aquí, a corta distancia del paralelo 62.

Las frioturas son mucho más agradables que esperábamos. Esta mañana, nos despertamos con -7 grados centígrados adentro del vehículo y -17, afuera. La nieve está muy seca; reacciona como arena, lo que es mucho más limpio y agradable que cuando está húmeda y pegadiza.

Cruzamos el paralelo 62.


Después de Ross River

Tenemos un día magnífico, soleado, sin viento. Volviendo a la friotura de esta mañana, uno realmente se aclimata notablemente bien a fríos que la gente acostumbrada a, e hipnotizada por, las necesidades supuestamente ineludibles del bienestar, consideraría imposibles ... dónde jamás se ha visto dormir con 7 grados bajo cero, o ... qué miseria, imagínese, lavarse los dientes con 17 grados bajo cero. Sin embargo, no es ningún problema. Hasta ahora, no tuvimos ni siquiera el más mínimo asomo de resfrío, mientras que, en las ciudades hacinadas y confortables, la gente debe de estar pasándose resfrío tras resfrío de nariz en nariz.

También, volviendo en pensamiento a esta mañana, qué sensación increíble de libertad fue salir de un pequeño desvío a la ruta principal con el pleno uso de nuestra facultad de decisión de parar o no parar en el momento de salir a >>>>>>>>