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Blancos - incluso rubios - muy palpables, ya sea momificados o en vida, según nosotros mismos vimos en el Perú y en Paraguay.

Así, en llamativa coincidencia, estamos andando entre estos Vikingos, en esta segunda mitad de noviembre, y a pocas semanas antes del fin de esta Expedición, exactamente como anduvimos entre aquellos Vikingos, en aquella segunda mitad de noviembre, y a pocas semanas después del inicio de esta Expedición ... a trece años de intervalo. Y en circunstancias climáticas similares; ambiente gris y frío; restos de una nevada reciente; pero a una latitud más septentrional - aquí, estamos a la latitud de la bahía de Hudson - vale decir, con amaneceres aún más tardíos y anocheceres aún más tempranos que en Terra Nova.

Así fue nuestro antepenúltimo paso de esta Expedición.

Mañana, hacia el penúltimo paso.

¿Anotamos ya que el interés callejero que suscitamos en Dinamarca fue nulo? Más que nulo. Daba la impresión de que hubiese sido una brecha de buenos modales molestarnos aun con sólo constatar nuestra presencia. Aun aquellos interesados en temas vikingos aquende y allende el Atlántico, con quienes platicamos y que nos dieron todo su tiempo y toda su atención, se cercaron estrictamente al tema como si otra cosa no existiese.

Sí, hubo una conversación callejera, pero que hubiese sido mejor que no existiese para nuestra impresión de los Daneses. Y la conversación no empezó por el tema de la Expedición sino por el tema de que estábamos lavando el coche en ambitura inapropiadamente fría. Fue de paso que los dos hombres se fijaron en el mapa; no supieron comentar otra cosa que "alrededor del mundo"; y cuando se enteraron de los trece años de la Expedición, no supieron decir otra cosa que "lindas vacaciones".

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Cruzando Alemania.  Hacia el primero de los Países Bajos.

Y liberados, por fin, de esos centenares de faros estúpidos limándonos los nervios - los nervios ópticos, literalmente, y los nervios en general, casi literalmente. Aquí también, se da, de vez en cuando, un vehículo con faros prendidos de día, pero eso no perfora ni lima los nervios - los nervios ópticos, porque son pocos vehículos, de lugar en lugar, en vez de los ininterrumpidos rebaños ovinos con ojos incandescentes, y los nervios en general, porque es elección de cada cual según su parecer, y no una imposición dictatorial de algún funcionario detrás de su escritorio.

Lo que no significa que no tengamos algo que nos importune en el horizonte - esta vez, horizonte figurativamente hablando.