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■║ Y ahora, la bomba del herético Albérico Vespucci contra el universalmente obvio Américo Vespucci.

De lo que, durante tantos años, y en Cádiz también, nos había parecido un rumor increíble - que sólo nuestro escepticismo omni-direccional adquirido por experiencias anteriores nos aconsejaba considerar no como totalmente imposible sino solamente como casi imposible - tuvimos el privilegio, la suerte, de ver, de manera completamente fortuita, aquí, en Praga, el lugar aparentemente menos predestinado para tales cosas por su mediterraneidad, la prueba palpable de que rumor no es, de que chifladura no es, de que tiene fundamento.

Saltaron a nuestros ojos - en una versión checa de una carta escrita por el propio Vespucci, versión publicada en 1508 en Plzeň - las dos primeras palabras de la carta, en una mezcla de checo viejo de aquella época y latín, pero inconfundibles: Alberykus Wespucius (saluda a Lorenzo Pedro de Medici [el destinatario de la carta]).

¿Entonces?

■║  Y ahora, los bien inesperados paralelismos entre Chequia y América.

* Chequia - Brasil.

La soleada amabilidad, manando de la naturaleza misma, y no sólo aprendida; y aun en contactos incidentales con extraños, no sólo entre conocidos. Soleada amabilidad tan arraigada que evita confrontación aun en una situación que podría ser confrontacional, exactamente como nos ocurrió en el Brasil. Soleada amabilidad que, a veces, pasa de palabras a actos.

Varias veces, la persona a quien pedimos direcciones ofreció servirnos de guía con su coche en circunstancias, ya sea de no poca dificultad en los meandros de un barrio viejo, o de no poca distancia por los suburbios alrededor de una ciudad.

Como otro ejemplo, una vez, en una calle con estacionamiento permitido de un lado y prohibido del otro, un hombre esperando en su coche estacionado del lado permitido nos ofreció esperar del lado de estacionamiento prohibido para darnos su sitio.