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aun con sus gruesos muros, es compacta; nada de columnas, una sola nave, una sola bóveda, y nada más; el campanario está ataludado. Y ambos, iglesia y campanario, se caracterizan por su recato en la decoración.

Es cierto que en América Hispana vimos estilos como el mudéjar, el plateresco, el churrigueresco, y otros de moda en la época colonial, y nominalmente no vimos el estilo románico, pero no podemos quitar de la pantalla de nuestra memoria la imagen de aquellas pequeñas, compactas, iglesias andinas, particularmente en la Argentina, preocupadas por su robustez y poca cosa más. Si bien aquellas iglesias ciertamente no son románicas por filiación ¿no lo son, sin saberlo y sin proponérselo, por su idea rectora?

Otra cosa en este sitio elicita otros recuerdos de otros lugares. La otra cosa es los huesos humanos desparramados alrededor de esta iglesia - incluyendo pedazos de cráneos, de caderas, de columnas vertebrales - como resultado de la extirpación del cementerio que solía rodear la iglesia, desprolijamente, incluso irrespetuosamente, hecha. Nuestros otros recuerdos son de los cementerios precolonenses en los Andes, también con huesos humanos desparramados a la intemperie. Claro, allá era la obra de huaqueros violando tumbas en busca de tesoros.

Aquí, vamos a pernoctar.

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Tres días más tarde; algunas iglesias variadamente románicas, y un museo de estilos románico e inmediatamente posteriores, más tarde; y, de paso, algunas fuertes topografías y algunos recios pueblos pirenaicos más tarde - estamos en La Seu d'Urgell.

* Se impone un resumen de nuestra cumulativa educación románica.

Desde nuestro primer contacto con lo románico - especialmente, la pintura, en murales, y la escultura, en capiteles, y a veces otros adornos en muros - quedamos bajo el impacto de la incongruencia entre su vigor de expresión y la inocente simplicidad de los medios. Y esta percepción trajo, como su sombra, otra percepción de incongruencia, entre el vigor de expresión y la inocente simplicidad de los medios, en mucho del arte precolonense, siendo el denominador común, entre esas dos artes, el impacto visceral, en oposición a la destilación intelectual. ¿No vimos, por ejemplo, un dibujo de una mano irresistiblemente cautivante pero - no a primera vista, sino a cuarta o quinta vista - con varias licencias anatómicas; y siguiendo siendo, esta mano, irresistiblemente cautivante a pesar de dichas licencias anatómicas? ¿No vimos un calvario únicamente cautivante pero - no a primera vista, sino a tercera o cuarta vista - totalmente absurdo, con una coreografía que de realismo no se preocupa; y siguiendo siendo, este calvario, únicamente cautivante a pesar de la absurdidad?


La belleza de lo incongruo: mano de Sant Climent de Taüll