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Y por más que se esforzase en eliminar todas las letras que no fuesen esenciales a la comprensión del texto, no lograba bajar de 102 letras hebreas frente a las 80 letras portuguesas.

Menos, imposible.  Exceso, 22 letras.  Fracaso.

Como adiós a su loco proyecto, inventorió las 22 letras excedentes. Y al astuto decodificador se le cortó el aliento. Las 22 letras en exceso eran las necesarias para organizarlas en ... Salvadôr Gonçalves Zarco ...

De manera que otra vez surgía este nombre, y, esta vez, desde otra fuente. Confirmación del descifrado de la sigla. Por alguna razón, no había sido transliterado en la versión portuguesa pero sí era parte de la versión hebraica.

Y el astuto decodificador así supo que su transliteración hebrea de este primer sospechoso en el frontispicio portugués era correcta:

Y el astuto decodificador se habrá quedado pensativo ante su significado:

"Este impío, habiendo sido nombrado gobernador en la isla de Chíos, perjudicó y defraudó a su príncipe; y se fugó vestido de jornalero de arrabal y fingiendo ser mudo; y vagó por el mundo; empero, avergonzado y arrepentido, se enmendó, y volvió a su país natal, y tomó el nombre de Cristóbal Colón."

Otra confirmación del significado de la transliteración al hebreo de las siete letras sueltas de la sigla.

Bastante iconoclasta. Pero, acordarse otra vez de la carta de João II de Portugal a su especial amigo en Sevilla.

Y, en un alarde de maestría cultivada y de intuición subconsciente, el descifrador astuto tuvo la visión de que el orden original de las letras hebreas en la versión hebrea de las dos palabras "Cristóbal Colón"