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cono sin su túmulo. Viceversa, muy vívidamente nos podemos imaginar, en esta soledad, el día en el futuro cuando esta anta estará sepultada bajo su túmulo restaurado, accesible sólo por grupos medidos, y mediante pago de entrada, y dentro de horario de oficina, o sea bien después del despertar del Sol.

La libertad actual de todas estas trabas fue no sólo agradable sino importante para nosotros porque nos permitió satisfacer la siguiente curiosidad.

Como el anta y su pasadizo de acceso están dirigidos generalmente hacia el este, y como estábamos a pocos días del equidiurnoccio, tuvimos la curiosidad de ver si el Sol naciente penetraría por el pasadizo, de unos ocho metros de largo, hasta el fondo de la cámara, de ovalado irregular de 6,6 x 4,9 metros de diámetros. Así, una madrugada, bien antes del amanecer, nos apostamos en la oscuridad en el anta, esperando.

Espera; esperanza; escepticismo; oscuridad; lividez. Finalmente, el globo terráqueo giró lo suficientemente hacia adelante, y el primer punto del perímetro del Sol rojo apareció en el horizonte. El resplandor rojo inundó todo - menos el interior del pasadizo. Lástima. Pero, cuando ya no lo esperábamos, como una visión, un rayo de Sol acarició la arista de la faz interna de la primera piedra del pasadizo, se quedó un rato, con nosotros en aguda expectativa, y empezó a extender su penetración hasta acariciar la última piedra del pasadizo; y empezó a reptar por el suelo de la cámara. Nosotros poníamos palitos en el suelo como puntos de referencia para asegurarnos fácilmente si todavía seguía expandiéndose, o acaso empezaría a contraerse. El rayo de Sol eventualmente penetró por toda la profundidad de la cámara. Habíamos tenido el fruto de nuestra curiosidad y de la libertad de trabas burocráticas.  El anta do Zambujeiro, cerca de Valverde.

|¯|   Finalmente, una anta que, sin duda, sufría de su anonimato en la muchedumbre megalítica y decidió individualizarse con lo que debe de ser un monóculo megalítico, un ojo de buey ovalado, de 19 x 16 centímetros, perforado a través del espesor de uno de los megalitos de pared de la cámara, rasgo exquisitamente escaso, hay que reconocer, aun en las capas altas de la sociedad megalítica. Exquisitamente escaso y, sin embargo, con ello, cosmopolitano. Otro ojo de buey perforado por todo el espesor de un megalito se da en Palestina; y otro, en India, en el Decan. Y qué trabajo debió de ser esa perforación por todo el espesor, raspón por raspón, granito por granito, y el lijado final.  Cantería incaica no es, pero admirada mención se merece.



Y ¿qué se ve?


¡Esto!

Incidentalmente, tan inhabitual es, que pone en desnudo y relieve la manera prejuiciada de pensar de los doctos arqueólogos: en este caso, dicen que "las funciones rituales del ojo de buey se desconoce". Ahora bien. Si se desconoce las funciones del ojo de buey, ¿cómo saben, o por qué suponen, que eran rituales?  Ya tuvimos otras oportunidades para destacar que, cuando un >>>>>>>>