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Y así aprendimos otra cosa de interés conceptual, más atractiva probablemente que la vista del lago sin niebla, a saber que este lago, en su caldera, tiene lo que se podría llamar un clima marítimo: resulta que, por su gran profundidad en relación con su superficie, el lago acumula mucho calor durante los meses de verano, pero lo pierde solamente de a poquito en invierno, por lo que la ambitura de las aguas se queda siempre por encima de la ambitura invernal ambiente.

Lo que, a su vez, causa dos fenómenos;

por una parte, a pesar de los quince metros de nieve que caen aquí cada invierno, sus aguas casi nunca se congelan - hace 34 años que se helaron, la última vez;
… y por otra parte, por el contraste de ambitura entre el agua y el aire ambiente, ocurre lo que pasa con una olla de agua en una cocina: el agua se va evaporando, lo que se llama vapor en la cocina, y niebla aquí.

Así que, adelante, pues, mientras la caldera, en sentido geológico, está caldeando y nebulizando, con resultados de cocina.

Estamos bajando entre las dos paredes de nieve.

Es interesante notar cómo, con el correr de los kilómetros, las dos paredes van disminuyendo de altura, empezando con un espesor de quizás 4 metros - 4,5 metros, pero luego cediendo, casi invisiblemente pero inexorablemente, en altura, hasta que, eventualmente, como lo pudimos observar ayer cuando bajamos para la noche, las dos paredes se vuelven dos películas, de 5 centímetros, 4, 3, 2 centímetros, y desaparecen por completo.

En cuanto a los árboles, siguen realmente magníficos; son tan altos y majestuosos que parecen rascanubes vegetales; si tuvieran solamente la mitad de su altura, todavía serían árboles hermosos.



No por nada se llama Pino Mamut

Recién salimos de una bajada larguísima, en tiempo y en kilómetros; cuando empezó, no sabíamos lo que nos esperaba, por lo que no tomamos nota de tiempo o de kilómetros, pero, en altitud, pasamos de unos 1.500 metros a 300 metros, donde estamos ahora.

Durante esta bajada, de la cual literalmente no se veía el fin, vimos una cosa que, primero, nos sorprendió por su presencia y, luego, por su ausencia.

En dos lugares, vimos una rampa de escape y salvación para vehículos fuera de control por falla de frenos, o sea, un trecho de camino construido cuesta arriba como continuación de una bajada recta del camino principal y justo antes de que éste dé una vuelta, de manera que un vehículo fuera de control pudiera echarse ahí en línea recta y parar por gravedad en el trecho subiendo.

Primero, quedamos bastante impresionados, pero luego tomamos consciencia de que este declive, si bien largo, no era diferente, en esencia, de cualquier >>>>>>>>