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Pueblo litoraleño de Rhyl. Amainó la lluvia. Entre la ruta y el mar, surgió un cromlech de menhires. A todas luces, no un cromlech antiguo sino uno reciente, levantado en el paseo público como apego a las tradiciones megalíticas. Tradiciones megalíticas que, para nosotros, tienen el interés de su paralelismo y de su posible, acaso probable, relación con las estructuras megalíticas que vimos en varios sitios de Nueva Inglaterra. Esperamos ver sitios megalíticos antiguos auténticos en Irlanda.



El cromlech

Este uso moderno de tradiciones antiguas nos hace pensar en el mini-zigurat como apero de diversión para niños en la plaza de Cholula, también como apego a las tradiciones.

Si bien son apenas las 16, va oscureciendo. Aquí, en una calle a cien metros del cromlech vamos a pernoctar. Calle de casas individuales muy bien puestas, aparentemente de mampostería, y prolijas.  Nadie a la vista.

Aquí también estamos notando, así como empezamos a notar ya desde el tren, lo que se podría llamar un culto de cortinas, cada cortina más preciosa que la otra. Un estilo de cortinas - que nunca vimos antes de Inglaterra y de Gales, y que parece ser de uso, para no decir ostentación, frecuente - tiene su reborde inferior recortado en un arco elevándose grácilmente desde las dos extremidades de la base de la ventana hacia el centro de la ventana, lo que parece una idea muy peculiar ya que la gente parada en la casa no ve qué pasa afuera pero la gente parada en la calle ve qué pasa en la casa.

Tiempo para ir ampliando nuestra percepción de esta sociedad, por medio de nuestro habitual recorrido de las ondas hertzianas. Veamos - que no es la palabra más apropiada para el caso.

¡Vaya sorpresa en la banda de amplitud modulada!  Pero, por orden.

En la frecuencia modulada, que fue, naturalmente, lo primero que rastrillamos, a primera vista, mejor dicho a primera audición, descubrimos un ambiente general más sosegado y substancial que en Vespuccia; por la siguiente mezcla: naturalmente música popular, naturalmente publicidad, algo de música clásica, pero - pero música popular sin los corrosivos extremos de latigazos y puñaladas sonoros; pero publicidad sin el permanente bombástico bombardeo por saturación; y, en vez de ello, lo que parece ser una plétora de programas hablados, en contraste con su poquedad en Vespuccia, y hablados no de manera fofa como es el casi inescapable estilo en Vespuccia sino con una substancia que capta el interés. Muy interesante. Habrá que profundizar estas observaciones con el correr de los días.

¡Ah pero la sorpresa en amplitud modulada! Con el cambio de selector, explotó lo que nunca jamás se esperaría: aquí, en Gales, el idioma checo ¡checo! y cuando nos repusimos de la sorpresa, con apenas un milímetro de movimiento en el dial, ¡el idioma francés!