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 DwC Iglesia de San Pedro y San Pablo.

De varias maneras se distingue de otras iglesias.

1) Es un anacronismo viviente. Si fuera una iglesia, gótica en forma, construida de hormigón, sería sólo un anacronismo, o un exponente de falta de creatividad, como hay tantos, que ni se merecería mención; pero habiendo sido construida en la más pura y difícil técnica ojival de piedras mantenidas en inestabilidad estabilizada, y habiendo sido terminada hace, literalmente, pocos días (y sólo por fuera; por dentro ni siquiera está terminada), uno se pregunta qué impulsó tanta gente, a dedicar tanto esfuerzo, durante la mayor parte del siglo XX, para imitar algo con 800 ó 900 años de atraso, y uno llega al concepto de anacronismo viviente.

2) ¿No es otro tipo de anacronismo el hecho de que la secta religiosa (protestante episcopal) que eligió este estilo gótico ni siquiera existía durante el surgimiento de dicho estilo?

3) Si esta iglesia fuese por y para lugareños de una comarca menor, lo susodicho no tendría importancia, ni se mencionaría, pero esta iglesia se quiere importante, así que estas observaciones son importantes.

4)  Algunos vitrales de esta iglesia consagran la no-separación, la unión, del Estado y de la Iglesia o, por lo menos, de la Historia Laica y del Quehacer Eclesiástico, al glorificar, en varios vitrales, escenas de las historias de Inglaterra, del Canadá y de América del Sur.

5) Una extrañeza, dentro de esta extrañeza, es la manera de presentar a (alfabéticamente) Bolívar y San Martín, manera, si no deliberadamente desigual a favor de Bolívar, por lo menos difícil de no ser interpretada así. José de San Martín se encuentra en un nivel de unos tres escalones inferior al nivel de Simón Bolívar, con toda la simbología de etiqueta que ello impone. San Martín tiene que elevar la barbilla y los ojos para mirar a Bolívar, mientras éste mira más cómodamente hacia abajo. La cara de San Martín parece de un niño enojado amenazando "te voy a dar" pero sabiendo muy bien que no se puede animar a cumplir la amenaza, mientras que la cara de Bolívar se ve serena con quizás un poco de pena o preocupación por el enojo de su inferior. San Martín tiene su espada erguida hacia arriba por delante de su cara, no se sabe si en respaldo de su mal humor o en señal de saludo de etiqueta a su superior, mientras que Bolívar, como para mostrar su seguridad de la inexpugnabilidad de su superioridad, se da el lujo y el gusto de sólo apoyar su mano en su espada hacia abajo.  Quizás tengamos una imaginación demasiado efervescente.



El vitral

Y como hay que dar satisfacción a todos los vecinos sudamericanos importantes, en otro panel del vitral, el Barão do Rio Branco brasileño mira la escena >>>>>>>>