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o|Un vecino de por acá con el cual hablamos, tiene cinco coches: uno, para su propia necesidad; uno, para la necesidad de su mujer; uno, para que uno de sus hijos pueda ir a la escuela; uno, para que otro hijo pueda ir a su escuela; y uno, para transportar cachivaches. En otra oportunidad, se nos quejó, sin malicia, de la contaminación ambiental.

o|o Fuimos varias veces a la biblioteca. Biblioteca pequeña pero bien provista, mejor provista de lo que se podría esperar en población dan diseminada. Y con baños públicos perfectamente limpios.

Vimos aquí, como vimos en Huntsville, un anexo a la biblioteca muy laudable - una biblioteca sobre ruedas, o sea un camión arreglado adentro con estantes, con libros asegurados para que no caigan, una pequeña mesa y una silla para el conductor-bibliotecario, para llevar cultura a quienes no vienen a buscarla.



El "Bookmobile" (coche biblioteca)

Pero, en esa misma biblioteca, descubrimos, por penosa experiencia, que saber leer no da civilidad, respeto de los demás. La gente habla como si estuviera en su propio patio, incluyendo los empleados mismos, sin conmiseración para lectores dedicados a sus actividades mentales.

o|o Una increíble eficacia. Una noche, a la 1:30, nos despertó un estrépito muy cercano. En los pocos segundos para realizar que había pasado algo que no era cuerdo ignorar, y para salir del coche para averiguar, ya estaba en el lugar, justo frente al laboratorio, un coche de policía ("de civil", sin señales si no fuera por las balizas destellando), cerca de un coche estrellado contra un poste, el motor del coche, hecho un bandoneón, el poste, hecho añicos. Quince segundos más tarde, treinta segundos a lo sumo, apareció otro coche de policía, un patrullero. Quince segundos más tarde, treinta segundos a lo sumo, apareció otro patrullero - una coreografía que, en una película, se tildaría de implausible. A los veinte minutos, apareció una grúa para retirar el vehículo dañado de donde, de todos modos, no molestaba; a la 1:50 de una noche de sábado a domingo. Y cuando creíamos que podríamos recobrar el sueño interrumpido, apareció un camión de arreglos de la empresa de teléfonos para cambiar el poste - a las dos de la madrugada de un sábado a un domingo, apenas media hora después del accidente - con un poste no de emergencia sino de características normales, y para reconectar todos los cables. Todo el resto de la noche, trabajaron. Con el primer clarear del amanecer, no había indicio de los aconteceres y destrozos nocturnos.

o|o Una increíble idiotez. Una vez, el fotógrafo decidió hacer barrer su estacionamiento (un poco de tierra, algunas piedritas, ninguna basura); un trabajo de quizás una hora y media para un hombre con escoba. No un hombre sino dos hombres aparecieron - sin escobas; y empezó un circo que nos dejó meneando la cabeza con incredulidad.