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La Plaza frente a la Penepirámide de la Luna; por la cual, es cierto, hay que caminar primero para alcanzar dicha penepirámide, pero de cuyo collar de diez - originalmente once - poliplataformas periferales, la sobriedad no se aprecia sino hasta después de haber trepado a la cumbre de la penepirámide.


   
                Vista desde la Penepirámide de la Luna
                                                           
                                                                                
 Penepirámide del Sol (a la izquierda en la foto anterior)

/¯\ Desde la Penepirámide de la Luna, se ve que la solemne sobriedad resulta de inconspicua variedad: entre las tetraplata ... - ah, pero ¿por qué, hasta ahora, nos limitamos a la denominación de "poli-plataforma" en nuestra rebeldía contra la idiotez de pirámides que no son pirámides, por qué no agudizamos más nuestros sesos y no especificamos mejor cada poliplataforma por su cantidad de plataformas? - pues bien, la solemne sobriedad del collar de poliplataformas alrededor de la plaza es resultado de inconspicua variedad: entre las tetraplataformas, una triplataforma; entre las poliplataformas rectangulares equilaterales, una poliplataforma rectangular oblonga.

/¯\ Finalmente, mirando desde lo alto de la Penepirámide de la Luna este collar de diez poliplataformas alrededor de la plaza, es un esfuerzo importante y enriquecedor, así como lo es en el Complejo de Quetzalcóatl, tratar de conjurar los fantasmas de toda una corona de edificios, o quizás otras instalaciones, encima de esas poliplataformas alrededor de la plaza.

Y aquí termina el Eje Ceremonial.

Pero aquí no termina Teotihuacan.

En las ruinas de sus barrios aledaños, vimos lo siguiente.

Tepantitla.

   ■ En lo que queda de una residencia, un mural absolutamente único, como no existe en otra parte alguna: nada de ritualismo, ceremonialismo, formulismo, cripticismo; en una pradera, entre un río y una loma, una romería de gente correteando, saltando, cazando insectos, gritando, cantando, bañándose, llorando, mostrando que la gente de 350-450-650 d.C. y de aquí no era diferente de la gente de otros tiempos y lugares; era gente.



Romería en Tepantitla

No hay que cometer un error: la mayoría de los festejantes parece escupir chorros de agua, o, peor, vomitar; no es tal cosa; las volutas son el signo simbólico de emitir sonidos por la boca - hablar, cantar; rugir, en el caso de los jaguares en los murales anteriores.

Este mural, libre de restricciones rituales, parece ser el análogo de los furtivos garabatos mayas asomando en Tical.

  ■ En otro mural de la misma residencia, muy destruido, se ve jugadores persiguiendo pelotas con largos palos, y gritando al mismo tiempo. Modalidad, de paso, quizás explicando la peculiar ausencia del tipo mesoamericano de cancha en Teotihuacan.