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circunstancia similar anterior, parecería que, mientras, antes, era obligación construir iglesias donde había quien podía orar, ahora es obligación orar donde hay iglesias.

Acolmán tiene otra iglesia para ofrecer. El interés de esta otra iglesia, bastante único, es que su interior, íntimo, simple, parece apto, con un mínimo de cambio de atavíos, a cualquier otra religión, o incluso a otras actividades como podría ser sala de música, de conferencia. Es la iglesia San Nicolás Tolentino.

Vamos a pasar una segunda noche en Acolmán de Netzahualcoyotl.

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Hoy, considerando que tenemos trabajos varios pendientes; considerando que, según creemos, nuestras próximas visitas nos ocuparán y nos aportarán nuevo material en exceso, por lo que conviene enfrentarlas libres de atrasos; considerando que tenemos aquí, al lado del ex-convento, un lugar sombreado relativamente cómodo; nos vamos a quedar otro día aquí.

Sorpresa, acabamos de aprender algo respecto al maguey.

\^/ Vimos cómo, de una hoja de maguey, se obtiene, una aguja ya con su hilo enhebrado para coser, dos hojas de papirus (mixiote) para escribir y dibujar, una pulpa con característica jabonosa (xixi) para lavar (pero demasiado fuerte para pieles delicadas), y fibras (ixtle) a montones para fabricación de hilos, piolas y sogas.

\^/ Además, cuando el maguey llega a eso de los doce años más o menos, se le corta y raspa un hueco entre los pies de las hojas, y el maguey exuda durante cada mañana y durante cada tarde unos tres litros de aguamiel, durante unos tres meses, cuando la planta muere - no sin haber producido antes numerosos retoños.


Karel chupando el aguamiel

\^/ De la aguamiel proviene, por fermentación natural, el famoso pulque. Se nos informó, con toda seriedad, que el pulque, aun absorbido por litros, no emborracha, que sólo uno "cambia de color y empieza a hablar idiomas extranjeros".  Nosotros no estamos dispuestos a comprobar la veracidad.

\^/ El maguey solía tener también otros usos: en medicina externa, como coagulante-cicatrizante; en medicina interna, como diurético; y en cocina.

Y hoy también tuvimos la oportunidad, y la pena, de ver dos símbolos de México. Claro, hay también los murales sobrecogedores, las estatuas con chispa de vida, las plazas centrales acogedoras de los pueblitos; pero éstos y éstas no son parte de cada día; lo siguiente es, lamentablemente, parte de cada día, de cada hora, en México.