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dónde éstos se rebajarían; les había dado la menor miseria que se había atrevido a darles, el equivalente de dos litros de leche; y era con ese botín que los mentirosos extorsionistas huían.

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Esta mañana, descubrimos a la luz del día la silueta que ayer vislumbramos al llegar en la oscuridad: otra iglesia-con-ex-convento tipo fortaleza. Más austera y lineal que las anteriores; pero más visitada, por lo que vemos, que las anteriores - es que tiene una virtud inigualable: se encuentra en el trayecto obligado entre Ciudad México y las ruinas de Teotihuacan.

Para quien llega de algún país con construcciones en modernas láminas inflamables, debe de ser un golpe impresivo. Nosotros encontramos aquellos ex-conventos de Cuilapán y Yanhuitlán más elaborados por fuera, éste, más elaborado por dentro. En esta iglesia-con-ex-convento encontramos cuatro detalles de interés.

1) Entre los vestigios de pinturas murales, un santo y su ... harem; un santo, con su toga azul y su aura, mirando dominialmente cuatro mujeres desnudas; quizás sea otro caso de dos murales superpuestos y luego pelados irregularmente por el tiempo, con una consecuente aposición no prevista.



San Pedro y su harem

2) El uso de felinos y ofidios, jaguares y serpientes, según la mejor tradición de los monstruos religiosos precolonenses, pero en una comunidad ... cristiana. Esculturas de felinos horribles a juzgar por sus colmillos descubiertos; pinturas de serpientes, negras, larguísimas (veinte-treinta metros), con nudos equidistantes en el cuerpo, un cascabel y un muy extraño ciclópeo ojo.

Claro que, para no llevar la tendenciosidad demasiado lejos, los monstruos precolonenses eran los propios dioses mientras que estos jaguares son sólo porta-cirios, y estas serpientes son sólo representaciones del cinturón ritual de los frailes. No es culpa nuestra si tantos meses de felinos y ofidios - de verlos en dramáticas representaciones, de tratar de discernirlos en crípticas sublimaciones - hayan condicionado nuestras reacciones instintivas.

3) Un misterio de murales dibujados totalmente en blanco y negro, con sólo todas las cabelleras, muy incongrua- pero muy muy decididamente - resplandecientes de su color propio; y muy curiosamente, además, si bien en diferentes murales en diferentes sitios, todas las cabelleras, exactamente del mismo color.

¿Por qué tal extrañeza? Imposible que haya sido concebido así; sólo dos explicaciones posibles: